viernes, 27 de junio de 2025

Comprender la Competencia Comunicativa: Mucho Más que Hablar con Corrección

 Hablar un idioma no significa solo usar palabras correctas. Significa conectar. Significa comprender al otro, adaptarse a diferentes contextos, y saber cuándo, cómo y por qué decir algo. Es aquí donde entra el concepto de competencia comunicativa.

📚 De la gramática a la interacción real: un cambio de paradigma

En los años 50 y 60, el lingüista Noam Chomsky cambió la manera en que veíamos el lenguaje. En obras como Syntactic Structures (1957) y Aspects of the Theory of Syntax (1965), propuso que los seres humanos tenemos una habilidad innata para producir y entender un número infinito de oraciones, incluso si nunca las hemos escuchado antes. A eso lo llamó competencia lingüística.

Pero, y es que aquí viene lo interesante, Chomsky hablaba de la capacidad para generar oraciones gramaticalmente correctas… sin tomar en cuenta si esas oraciones tenían sentido o funcionaban en situaciones reales. ¿Alguna vez has dicho algo “correcto” y aun así no te entendieron? Exacto. Ser competente en un idioma va más allá de la gramática.

🌍 Hymes y la verdadera comunicación

Fue Dell Hymes, un antropólogo y sociolingüista, quien en 1972 amplió esta visión con un concepto poderoso: la competencia comunicativa. Él entendía que comunicar no es solo hablar bien, sino hablar bien para la ocasión, con propósito, contexto y sensibilidad cultural.

Hymes propuso cuatro preguntas clave que todo hablante se hace —consciente o no— al comunicarse:

  1. ¿Es formalmente posible? ¿Lo que quiero decir respeta las reglas del idioma y las normas sociales del lugar donde estoy hablando?
  2. ¿Es factible? ¿Tengo las condiciones emocionales, físicas o cognitivas para expresarlo ahora? ¿Tiene sentido lo que digo según mi contexto?
  3. ¿Es apropiado? ¿Es esto lo correcto para decir en esta situación, con esta persona, en este momento?
  4. ¿Ocurre realmente? A veces algo es posible, factible y apropiado… pero simplemente no pasa. Como cuando un estudiante responde en inglés de forma perfecta, pero demasiado formal, mientras que un hablante nativo solo dice “yeah”.

Estas preguntas reflejan cómo el lenguaje está profundamente entrelazado con la cultura, la sociedad y la identidad. Y esto tiene un impacto directo en cómo enseñamos y aprendemos idiomas.

🧠 Canale y las subcompetencias de la comunicación

Más adelante, Michael Canale desarrolló un modelo que nos ayuda a entender cómo se forma esta competencia comunicativa en quienes aprenden una segunda lengua. Según él, no basta con saber, también hay que saber usar lo que se sabe.

Canale propuso cuatro subcompetencias que debemos tener en cuenta:

  • Competencia gramatical. Es el conocimiento de las reglas del idioma: morfología, sintaxis, fonética, ortografía, semántica... Lo básico para construir frases correctas. Pero eso es solo el comienzo.
  • Competencia sociolingüística. Aquí entra el saber cuándo y cómo usar esas frases, dependiendo del contexto. Por ejemplo, un estudiante debería poder hablar diferente en una entrevista de trabajo que con un amigo.
  • Competencia discursiva. Se trata de la habilidad para construir textos orales o escritos que sean coherentes y cohesionados. En otras palabras, que tengan sentido del principio al fin, y que cada parte esté bien conectada con las demás.
  • Competencia estratégica. Todos cometemos errores. Esta competencia nos ayuda a usar gestos, repetir ideas o reformular frases para mantener la comunicación viva, incluso si olvidamos una palabra o no entendemos algo del todo.

💬 Entonces, ¿cómo enseñamos esto?

Como docentes, nuestro reto no es solo enseñar reglas, sino también enseñar cómo usarlas. Podemos hacerlo proponiendo situaciones reales, intercambios culturales, dramatizaciones, debates, correos electrónicos simulados o simplemente hablando sobre la vida cotidiana.

Por ejemplo, cuando un estudiante aprende a pedir algo en un restaurante en inglés, no solo necesita la gramática correcta, sino también saber cómo ser amable, directo o respetuoso según el país. En Estados Unidos, un “Can I get…” funciona. En otros contextos, podría sonar grosero. Esa es la magia —y la complejidad— de enseñar una lengua viva.

🌟 Más que hablar, es pensar distinto

Como dijo la periodista Flora Lewis: “Aprender otro idioma no es solo aprender palabras diferentes para las mismas cosas, sino aprender otra manera de pensar acerca de las cosas.”

Aprender una lengua extranjera es abrir una puerta a otras formas de ver el mundo. Es también cultivar el respeto, la empatía y la capacidad de adaptarse a lo diverso. Por eso, enseñar inglés —o cualquier idioma— es mucho más que enseñar vocabulario: es formar ciudadanos globales.

Referencias

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