sábado, 9 de junio de 2012

Procesos Pedagógicos


Los procesos educativos llevados a cabo en el interior de cada comunidad son procesos que se desarrollan a partir de la transmisión de conocimientos, costumbres, formas de actuar y valores, con el propósito de permitir la vinculación y concienciación cultural, conductual y moral de las nuevas generaciones en el seno de la sociedad que permite su desarrollo humano. Es mediante la educación que las niñas, los niños, las y los adolescentes y jóvenes asimilan la cosmovisión de las generaciones anteriores, sus conocimientos, sus modos de ser, sus normas de conducta, identificándose con ellas y acomodándolas a sus estructuras cognitivas para crear nuevas formas de conocimiento que den cuenta de su manera de ver e interpretar el mundo que les rodea.

Este proceso de socialización formal de los individuos de una  sociedad incentiva el proceso de estructuración del pensamiento, de la imaginación creadora, las formas de expresión personal y de comunicación verbal y gráfica. En consecuencia, las facultades educables de los seres humanos no sólo responden al desarrollo de procesos mentales y psicomotrices, sino también de los procesos afectivos y volitivos.

En este contexto la inteligencia ha dejado de ser algo innato, para considerarla una habilidad que puede ser aprendida, en consecuencia, los nuevos paradigmas educativos la consideran como la capacidad de relacionar conocimientos para resolver una determinada situación. En palabras de Howard Gardner, se define la inteligencia como la “capacidad intelectual del hombre para resolver :los problemas o dificultades que encuentre... encontrar o crear problemas estableciendo las ases para la adquisición de nuevo conocimiento... la creación de nuevos productos o planteamientos de nuevas preguntas."[1]

La pertinencia del concepto expuesto en el proceso de enseñanza – aprendizaje implica que la adquisición o modificación de conductas, conocimientos, destrezas, habilidades o valores como resultado del estudio, la experiencia, la instrucción, la observación y el razonamiento no se basa en su totalidad en el desarrollo de las aptitudes lingüísticas y lógico-matemáticas, sino en otras destrezas o habilidades que el propio Gardner ha propuesto en su teoría de las inteligencias múltiples y que ha venido a fundamentar la nueva visión del proceso educativo, a saber, la formación integral de las y los educandos.

Para Gardner además de las inteligencias lingüística y lógico-matemática, existen la inteligencia cenestésico-corporal, espacial, interpersonal, intrapersonal y musical. En la medida en que los educadores se apropien de las orientaciones conceptuales propuestas por el psicopedagogo estadounidense se ejecutarán prácticas pedagógicas que desarrollen el aprendizaje significativo.

Un aprendizaje significativo que reconozca los saberes previos de cada ser humano para que él como sujeto responsable y consciente de sus procesos de aprendizaje identifique la pertinencia de lo que aprende y le otorgue un sentido dentro de sus experiencias personales de vida. Mediante este aprendizaje se produce una interacción entre lo que ya el individuo conoce o sabe y las nuevas estructuras cognitivas con el fin de que los nuevos conceptos, ideas y proposiciones se integren en sus esquemas cognitivos de un modo no arbitrario y sustancial, favoreciendo la diferenciación, evolución y estabilidad de los subsunsores (conceptos relevantes) pre existentes y consecuentemente de toda la estructura cognitiva.

En este punto de la praxis pedagógica el docente debe contar con estrategias que le permitan al educando pensar, reflexionar sobre lo que ya sabe, las ideas, proposiciones, estables y definidas, en sus estructuras mentales de tal manera que pueda establecer una relación con aquello que debe aprender y con los cuales la nueva información pueda interactuar. En consecuencia, el uso de métodos, técnicas y medios didácticos apropiados permitirá una adecuada adquisición, almacenamiento y/o utilización de la información.

No obstante, durante la preparación de una actividad pedagógica que busque desarrollar un aprendizaje significativo no es válido considerar solamente el punto de vista de quién educa y de las estrategias que puede usar para desarrollarlo, se hace necesario considerar que la pertinencia que haga el maestro de las actividades u operaciones mentales para facilitar la adquisición del conocimiento deben responder a las necesidades e intereses de quien educa. El estudiante marca unas pautas de aprendizaje que se hacen necesarias tener en cuenta durante la praxis didáctica. Esto nos lleva a considerar que el reconocimiento de esos estilos de aprendizaje no se convierte en una herramienta para clasificar a los estudiantes, sino que se convierte en un eje de apoyo para ejecutar acciones pedagógicas que induzcan al estudiante a decidirse en la construcción de su aprendizaje, haciéndolo con entusiasmo.

Al respecto, Robert Smith plantea en su libro Learning How to Learn que los seres humanos "diferimos en la forma en que abordamos las actividades relacionadas con el aprendizaje. Somos diferentes en la forma de pensar, de resolver problemas... en la forma en que procesamos la información".[2]

Lo expuesto no significa que el punto de vista del docente y del estudiante sobre el proceso de aprendizaje chocan, simplemente son maneras de ver la realidad que se complementan y que permitirán el la creación de un contexto educacional agradable y motivante en el que las y los estudiantes comprendan de una manera factible, fiable y válida lo que están aprendiendo.

El objetivo final de este aprendizaje significativo es utilizar lo aprendido en nuevas situaciones, en un contexto diferente. Esto se conoce como transferencia, de ahí la importancia que se concede al desarrollo de aprendizaje por procesos. Una secuenciación consciente y organizativa de las acciones afectivas, mentales, psicomotrices y volitivas conduce a la construcción de destrezas, habilidades, hábitos y valores que permitan potenciar el desarrollo humano y la adquisición de los conocimientos necesarios para la construcción de la propia personalidad.

El proceso de transferencia es un proceso sintético en cuanto el educando es capaz de interpretar, valorar y transformar la realidad, de una manera original y creativa, para descubrir y construir definiciones, leyes, principios y patrones de comportamiento. Son estos últimos los que constituyen la escala de valores humanos personales que le permitirán decidir, elegir y obrar por motivos racionales antes que por emociones o pasiones.

Es por ello que la escuela de hoy, si realmente busca la formación integral de sus estudiantes, no puede olvidar que hay que educar las emociones. Esto significa que se debe exigir una disciplina formativa, con base en los valores de la armonía, el control, el equilibrio, la estabilidad y la racionalidad. Sólo mediante un dominio racional de las emociones, acompañado de la conceptualización, la comprensión y el análisis de los hechos, estas reacciones intensas y transitorias de la afectividad no dominarán la conducta humana, y se evitará que se pueda producir en un momento dado un retorno a los instintos primarios del ser humano.

Así mismo, se debe reconocer el origen de las pasiones que buscan satisfacer las tendencias profundas y naturales del ser humano. Hay que enseñar que no sólo es la satisfacción y beneficio personal, sino también la consideración de los aspectos objetivos, el beneficio y la satisfacción de los demás y de la naturaleza. En consecuencia, se evitará llevar las pasiones al extremo y se educará en el control consciente del origen de todas las inclinaciones, reacciones humanas.

En este sentido, se considera que el objetivo de la inteligencia emocional es “inculcar actitudes esencialmente humanas con la conciencia de la propia persona, el autodominio y la empatía, y el arte de escuchar, resolver conflictos y cooperar.”[3]

El estudiante con estas herramientas afectivas, intelectuales, psicomotrices y volitivas está en capacidad de desarrollar una "inteligencia general" que no reduzca ni totalice la emergencia de hechos u objetos multidimensionales, interactivos y con componentes aleatorios o azarosos que ocurren dentro del contexto de una concepción global.

Se trata de desarrollar un proceso educativo que tenga en cuenta la complejidad, “lo que está tejido en conjunto”, que permita la unión, reunión, relacionan y abordar los procesos en su constante dinamismo y cambio. Aquí juega un papel importante la transversalidad en cuanto los objetos de aprendizaje que se han de conceptualizar, analizar y comprender no son el resultado de una determinada disciplina del saber humano, sino del aporte que en mayor o menor se puedan hacer entre disciplinas para confrontar una tesis y una antítesis, conduciendo a la formación de estructuras intelectuales, afectivas y volitivas.

Enseñar bajo los paradigmas del pensamiento complejo es enseñar en la búsqueda continúa de unos criterios de conocimiento, factibles, fiables y válidos, que se ajusten a los diferentes momentos y contextualizaciones del desarrollo humano, ya que no se puede seguir considerando el conocimiento como algo acabado y completo. Es una invitación a provocar un caos organizado en el que las niñas, los niños, las y los adolescentes y jóvenes asimilen la cosmovisión de las generaciones anteriores, sus conocimientos, sus modos de ser, sus normas de conducta, se identifiquen con ellas y las acomoden en sus estructuras cognitivas para crear nuevas formas de conocimiento que den cuenta de su manera de ver e interpretar el mundo que les rodea.

[1] GARDNER, Howard. Estructuras de la mente. México: Fondo de la Cultura Económica, 1999. p. 96. Citado por: Servicio Nacional de Aprendizaje, Santander.

[2] SMITH, Robert. Learning How to Learn. New York: Harper, 1981. P. 88. Citado por: SENA, Santander.

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