La reconceptualización de los procesos
pedagógicos en nuestro país, iniciada a partir del decenio de 1980 con los
aportes del Movimiento Pedagógico Nacional, ha demostrado que se puede
desarrollar un proceso educativo que dé cuenta de la formación integral de los
educandos. Considerar las actitudes y las aptitudes de quienes aprenden es un
elemento clave para ejecutar acciones didácticas que promuevan un aprendizaje
en la vida y para la vida.
Han sido los principios del modelo pedagógico
constructivista el eje rector que ha fundamentado la transformación de las
acciones educativas al interior de la escuela, privilegiando el desarrollo de
las habilidades de pensamiento de cada estudiante, es decir, su capacidad de
comprensión para solucionar eficazmente un problema, aportando toda su creatividad.
Ha sido una invitación al reconocimiento de cada estudiante como ser humano
para que éste reflexione, ejerza su actitud crítica y su capacidad para tomar
decisiones de una manera consciente y responsable sobre los conceptos,
experiencias, hechos y situaciones que definen su existencia cotidiana.
Una existencia cotidiana que no responde
solamente a los procesos culturales, económicos, políticos y sociales de su
entorno local sino a los requerimientos de una aldea global que cada vez es más
pequeña, ya que los conceptos de tiempo y espacio se acortan cada vez más
gracias a los avances científicos y tecnológicos. Ser participes en esta
comunidad global requiere que el estudiante tome conciencia de sus procesos de
aprendizaje, sea capaz de auto cuestionarse sobre lo qué aprende y cómo lo
hace, de identificar sus procesos de comprensión y análisis como estrategias de
aprendizaje que lo orienten en la construcción de su propio conocimiento del
mundo que le rodea.
El estudiante, bajo este paradigma educativo,
deja de ser una tabla rasa que va a la escuela a ejercer una función pasiva en
espera de que un maestro le transmita ese saber para recitar unos contenidos
académicos que den cuenta de su humanización e integración a una sociedad
civilizada, para convertirse en un ser pensante capaz de potenciar su propio
desarrollo humano, sobre la base de herramientas y estrategias que le permitan
aprender a aprender. Un aprender a aprender que implique, de acuerdo con Frida
Díaz, “el uso de estrategias flexibles y apropiadas que se transfieren y
adaptan a nuevas situaciones.”[1]
Por lo tanto, este proceso de aprender a
aprender no sólo le otorga un sentido y pertinencia al reconocimiento de las
propias habilidades cognitivas de cada estudiante sino que también le da
sentido y configura la realidad externa en la que se circunscriben sus acciones
como ser humano. Es justamente la combinación de estos dos elementos lo que
permite la transformación, el cambio; la conciencia de que cada día se puede
ver e interpretar el mundo que le rodea desde diferentes visiones, le permite
enriquecer sus estructuras mentales para saber organizar la información que
recibe, seleccionarla y usarla para resolver sus tareas cotidianas tanto en la
escuela como fuera de ella. De esta manera, se educa en la autonomía, la
independencia y el juicio crítico.
Visto de esta manera, las estrategias que el
escolar use para descubrir la forma cómo aprende lo invitan a adentrarse en una
aventura guiada por la reflexión crítica de sus propias acciones y hechos, llevándolo
a profundizar en la exploración y conocimiento de su propia personalidad. Ante
esta condición sine qua non para que se desarrollen las habilidades de aprender
a aprender es necesario reconocer que tanto el estudiante como el
maestro “son seres de
este mundo, resultado de una historia, cultura y tradiciones particulares que
no escogieron consciente ni libremente, y que constituyen el punto de partida
para todo nuevo conocimiento y el horizonte imprescindible para toda nueva comprensión.”[2]
Una comprensión basada en la
flexibilidad del conocimiento que permite “aprender a vivir en medio de las incertidumbres que nos
depara la realidad, sin miedo a los riesgos que implica innovar.”[3] En consecuencia, la
comprensión se presenta cuando la gente puede pensar y actuar flexiblemente con
lo que sabe, siendo consciente que el
saber está por hacerse, es decir, que tanto el maestro como el estudiante
construyen y reconstruyen ese conocimiento con base en sus experiencias de
vida, las cuales son situacionales, únicas e irrepetibles.
Dicha construcciones y
reconstrucciones de conocimiento surgen subjetivamente a partir del diálogo entre
los actores inmersos en ese proceso de develar las formas de aprender a
aprender a través de una relación dialéctica que propicia la intersubjetividad. Para el
estudiante significa la oportunidad de elaborar su propio conocimiento, de
construirlo, percibirlo y reacomodarlo a sus esquemas previos. Para el docente
se constituye en un reto de innovación pedagógica en cuanto desarrolla
estrategias que le permitan a los estudiantes considerar la importancia y necesidad
de estudiar el objeto para poder apreciar sus características, determinar sus
componentes e interpretar los principios que lo integran y lo distinguen. Sólo
así, cada estudiante será capaz de integrar este nuevo saber a sus estructuras
cognitivas y cognoscitivas para aplicarlo en la resolución de problemas que le
presenta la vida cotidiana.
No obstante, esas soluciones serán
factibles, fiables y válidas si son el resultado de un proceso, es decir, si
mediante una secuencia consciente y organizada de acciones afectivas, mentales,
psicomotrices y volitivas que construyan destrezas, habilidades, hábitos y
valores con el objeto de superar el conflicto cognitivo que genera cada nueva
situación que estimula el aprendizaje.
Sólo mediante un proceso de enseñanza –
aprendizaje orientado a partir de procesos se desarrolla una verdadera
educación centrada en el valor del ser humano, cuyos objetivos son, de acuerdo
con Víctor Beltrán Corona:
“…los
de favorecer en el alumno el desarrollo integral de su personalidad, que sea
flexible para adaptarse a las circunstancias cambiantes de su vida, que sea
capaz de dirigirse a sí mismo, que sea capaz de ser y no sólo de hacer, que sea
creativo y transforme en su mundo aquello que esté a su alcance, que sea capaz
de una crítica reflexiva, realista y propositiva, que aprenda a aprender de
todas sus experiencias, que viva en un proceso de descubrimiento de los conocimientos
y habilidades necesarios para resolver los problemas a los que se vaya
enfrentando, que respete el medio ambiente, que mejore sus relaciones
interpersonales con los demás y que colabore y coopere con otros seres humanos,
respetándolos en su propia individualidad.”[4]
Finalmente, se puede afirmar que el
reconocimiento de cada estudiante como ser humano capaz de reflexionar, ejercer
su actitud crítica y su capacidad para tomar decisiones de una manera
consciente y responsable sobre los conceptos, experiencias, hechos y
situaciones que definen su existencia cotidiana no constituye solamente una
respuesta a las exigencias de la sociedad contemporánea que exige la formación
de hombres y mujeres reflexivos,
analíticos, autónomos, críticos, capaces de apropiarse no solo de conocimientos
específicos, sino también, a un proceso de formación en la vida y para la vida
que le otorgue su verdadero sentido humano al brindarle verdaderas estrategias para aprender eficazmente, que le permitan asimilar y gestionar sus
propios aprendizajes a lo largo de toda su existencia en esta pequeña aldea
global.
[1] DÍAZ B., Frida. Estrategias Docentes para el Aprendizaje Significativo.
Caracas: Mc Graw Hill, 2001. p. 114. Citado por: FLORELIZ, Alfonzo. Aprender a
Aprender en un Mundo Global y Diverso. (15 de abril de 2012). (Vía Internet). http://www.natureduca.com/blog/?p=236
[2] SERVICIO NACIONAL DE
APRENDIZAJE, Santander. Cognición y Aprendizaje: La Comprensión. (12 de abril
de 2012). (Vía Internet). http://sena.blackboard.com/webapps/blackboard/execute/displayLearningUnit?course_id=_185146_1&content_id=_12987342_1
[3]
SENA, Santander.
Cognición y Aprendizaje: Aprender a Aprender. (12 de abril de 2012). (Vía
Internet). http://sena.blackboard.com/webapps/blackboard/execute/displayLearningUnit?course_id=_185146_1&content_id=_12987304_1
[4]
BELTRAN CORONA, Víctor.
Se está gestando una revolución de modelos académicos. (18 de abril de 2012).
(Vía Internet). http://www.anuies.mx/servicios/p_anuies/publicaciones/confluencia/96/7.htm
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