A lo largo de la historia, las sociedades han asignado roles
y comportamientos diferenciados a hombres y mujeres, definiendo estereotipos de
género que influyen profundamente en la construcción social y cultural. Estos
estereotipos, adquiridos durante el proceso de socialización, no solo limitan
las oportunidades individuales, sino que también perpetúan desigualdades en
distintos espacios sociales y productivos. En este contexto, las narrativas del
escritor barranquillero José Félix Fuenmayor son un fiel reflejo de los valores
y normas de su época, al plasmar en sus obras una visión tradicional y
jerárquica de los roles de género.
Los textos de Fuenmayor presentan a las mujeres
principalmente en roles domésticos y reproductivos, mientras los hombres son
ubicados en el ámbito productivo y público. Por ejemplo, en “La muerte en la
calle”, Matea, un personaje femenino descrito como una joven “seca, esmirriada,
huesudita, fea” (Fuenmayor, 1970), encarna el estereotipo de la mujer relegada
al espacio doméstico. A pesar de sus habilidades como lavandera y cocinera, su
valor social está definido únicamente en función de su utilidad doméstica y su
vínculo con un hombre, en este caso, Temístocles. Este fenómeno, según Vos
Obeso (1985), responde a las expectativas masculinas de docilidad y
laboriosidad en las mujeres, un modelo que garantizaba la estabilidad del hogar
y la comodidad del esposo.
De manera similar, los personajes de Indalecia y Encarnación
evidencian cómo las mujeres que carecen de dependencia masculina son
socialmente desvalorizadas. Estas mujeres recurren a prácticas esotéricas como
medio de subsistencia, lo cual refleja una realidad histórica de las primeras
décadas del siglo XX en Barranquilla, donde las mujeres sin apoyo masculino
enfrentaban grandes desafíos económicos y sociales. Según el análisis de
Escobar (1990), estas prácticas, aunque estigmatizadas, representaban una forma
de resistencia y supervivencia frente a una cultura patriarcal.
Fuenmayor también describe la oposición simbólica entre el
espacio doméstico y la calle. Mientras el primero está asociado a la intimidad
y los valores religiosos representados por figuras como la Virgen María, la
calle simboliza la independencia y la fuerza masculina. Este contraste se
observa en personajes como Martín, quien, al interactuar en la calle, adopta
una actitud escéptica hacia lo religioso, reflejando una desconexión con los
valores tradicionalmente asignados al hogar.
En palabras de Florence Thomas (1998), “las mujeres estaban
condenadas al aislamiento doméstico, sin espacio para el sí mismas,
reproduciendo los signos de una cultura masculina” (p. 45). Esta afirmación se
alinea con la representación de Petrona en la obra de Fuenmayor, quien encarna
la abnegación y humildad al encomendar sus problemas a Dios, siguiendo el
modelo de fortaleza espiritual asociado a lo femenino.
En conclusión, la obra de José Félix Fuenmayor ofrece un
análisis crítico de las construcciones sociales de género en su tiempo,
revelando una marcada división entre los roles de hombres y mujeres. Estos
textos no solo reflejan las desigualdades de su época, sino que también invitan
a cuestionar cómo estas representaciones culturales han moldeado las dinámicas
de género en nuestra sociedad. Es fundamental analizar estas narrativas desde
una perspectiva crítica para comprender y superar las barreras que aún perpetúan
la inequidad de género.
Referencias
Escobar, R. (1990). Mujer, cultura y sociedad en
Barranquilla 1900-1930. Barranquilla: Ediciones del Caribe.
Fuenmayor, J. F. (1970). Con el doctor afuera.
Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura.
Thomas, F. (1998). El segundo sexo revisitado:
Reflexiones sobre el género. Bogotá: Editorial Planeta.
Vos Obeso, R. (1985). El ideal de la mujer en la
literatura del Caribe colombiano. Cartagena: Editorial del Norte.
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