En la actualidad, hablar más de una lengua no es solo una habilidad útil, sino una verdadera necesidad. En regiones como la Caribe colombiana y en el contexto nacional en general, esta necesidad ha impulsado la creación de programas educativos centrados en la formación de docentes con competencias bilingües sólidas, especialmente en español e inglés. Pero, más allá de los idiomas, se busca formar personas líderes, autónomas, humanistas, capaces de desenvolverse con empatía y compromiso en contextos multiculturales.
Ahora bien, para
entender el porqué y el cómo de esta apuesta educativa, conviene hacer un
recorrido breve por las distintas maneras en que las lenguas se han enseñado a
lo largo del tiempo, tanto a nivel global como local. No es una tendencia
reciente: la educación bilingüe tiene raíces profundas. Desde tiempos antiguos,
como en la Academia de Sócrates, ya se veía cómo el uso de más de una lengua en
entornos educativos abría posibilidades de pensamiento más amplias y complejas
(García, 2009).
¿Qué significa
realmente ser bilingüe?
Aunque muchas veces se
piensa que el bilingüismo implica dominar por completo dos lenguas, la realidad
es más matizada. Según Baker (1996), hay que distinguir entre habilidad y
uso bilingües. Mientras que algunas personas dominan de forma similar ambas
lenguas, otras pueden tener un dominio desigual, pero cambian de una a otra
según la situación. En este sentido, ser bilingüe no es un punto de llegada,
sino un proceso dinámico y flexible que involucra la comprensión y producción
tanto oral como escrita, además del procesamiento mental en ambas lenguas.
Y es que, la verdad
sea dicha, el bilingüismo también tiene mucho que ver con el contexto en el que
se usa la lengua. No se trata solo de saber, sino de saber usar. Por eso, las
propuestas educativas actuales han evolucionado hacia modelos en los que los
contenidos no se enseñan separados del idioma, sino que se integran de
manera orgánica.
Modelos de
enseñanza bilingüe: una mirada comparada
A lo largo de las
últimas décadas, se han desarrollado diversas maneras de combinar la enseñanza
de contenidos académicos con el aprendizaje de una segunda lengua. Esta
tendencia ha sido impulsada, entre otros factores, por políticas de organismos
internacionales como la Unión Europea y por marcos comunes de referencia como
el CEFR (Consejo de Europa, 2001), que buscan promover el plurilingüismo.
Entre los modelos más
reconocidos se encuentran:
- Lengua con contenidos: donde el enfoque principal sigue siendo
lingüístico, pero se utilizan temas de otras áreas para enriquecer el
aprendizaje del idioma. Es un modelo más tradicional.
- Lengua y contenidos coordinados: aquí, tanto los contenidos lingüísticos
como los conceptuales se planifican de forma equilibrada. Como explica
Brinton (1989), la idea es que el aprendizaje del idioma esté guiado por
el contenido, y viceversa.
- Contenidos a través de la lengua
extranjera (CLIL/AICLE):
este enfoque invierte la prioridad, enfocándose primero en el contenido
académico. El idioma se aprende casi "por añadidura", a través
de la inmersión en materias como ciencia, historia o arte. Es uno de los
modelos más utilizados actualmente en Europa (Coyle, Hood & Marsh,
2010).
Bilingüismo en
Colombia: una política con impacto social
En Colombia, la Ley
General de Educación (Ley 115 de 1994) ya reconocía la importancia de aprender
una lengua extranjera desde la educación básica y media. Desde entonces, el
Ministerio de Educación Nacional (MEN) ha emprendido varios programas para mejorar
la enseñanza del inglés en el país. Estas políticas se han enfocado no solo en
los estudiantes, sino también en la formación y actualización de los docentes,
conscientes de que el éxito del bilingüismo pasa necesariamente por la calidad
del profesorado (MEN, 2006).
Las evaluaciones
realizadas en distintas regiones del país revelaron brechas importantes en la
competencia comunicativa en inglés. Esto llevó a trazar metas claras: desde
mejorar el dominio del idioma en todos los niveles educativos, hasta
desarrollar modelos de educación bilingüe y trilingüe para comunidades
vulnerables, hablantes de lenguas nativas o poblaciones en zonas de frontera.
Más allá del idioma,
el enfoque actual del MEN busca una formación que permita a los estudiantes comprender
otras culturas, abrirse al diálogo intercultural y fortalecer la tolerancia.
Porque, como señalan diversas investigaciones, aprender una lengua
extranjera también es aprender a ver el mundo desde otras perspectivas
(Byram, 1997).
Formación docente
con propósito: más allá de la gramática
El programa de
Licenciatura en Educación Bilingüe se alinea con este panorama, formando
docentes que no solo enseñan inglés, sino que entienden el valor
transformador del lenguaje en la vida de sus estudiantes. El currículo
contempla tres grandes componentes:
- Formación integral disciplinar: desarrollo de competencias lingüísticas
sólidas.
- Formación pedagógico-investigativa: fortalecimiento de la práctica docente
desde una mirada reflexiva.
- Formación humanística: fomento de valores, identidad cultural y
apertura al otro.
Así, los futuros
licenciados estarán preparados para desenvolverse en diversos contextos
educativos: desde la educación básica y media, hasta la educación superior y la
educación para el trabajo. Además, se espera que puedan trabajar con
poblaciones vulnerables, grupos étnicos, comunidades raizales y hablantes de
lenguas minoritarias, contribuyendo al respeto por la diversidad cultural y
lingüística del país.
Ser bilingüe: una
ventaja para la vida
Hablar otra lengua es
más que una habilidad académica; es una ventana al mundo. Facilita el
acceso a nuevos conocimientos, permite comunicar ideas con mayor alcance, y
promueve el desarrollo de una ciudadanía global activa. Como lo han demostrado
los modelos de inmersión implementados en países como Canadá, los estudiantes
pueden alcanzar altos niveles académicos y lingüísticos al mismo tiempo
(Genesee, 2006).
La verdad es que, en
un mundo cada vez más conectado, ser bilingüe no solo mejora las oportunidades
laborales, sino que potencia la comprensión intercultural y la empatía.
Y eso, sin duda, es un paso importante hacia una educación más inclusiva,
humana y transformadora.
Referencias
Baker, C.
(1996). Foundations of Bilingual Education and Bilingualism. Multilingual Matters.
Brinton, D.
M., Snow, M. A., & Wesche, M. B. (1989). Content-Based Second Language
Instruction. Newbury House.
Byram, M.
(1997). Teaching and Assessing Intercultural Communicative Competence. Multilingual Matters.
Consejo de Europa.
(2001). Marco común europeo de referencia para las lenguas: aprendizaje,
enseñanza, evaluación. Instituto Cervantes.
Coyle, D.,
Hood, P., & Marsh, D. (2010). CLIL: Content and Language Integrated
Learning. Cambridge University
Press.
Genesee, F.
(2006). Educating English Language Learners: A Synthesis of Research
Evidence. Cambridge University
Press.
Ministerio de
Educación Nacional de Colombia. (2006). Estándares Básicos de Competencias
en Lenguas Extranjeras: Inglés. MEN.
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