jueves, 7 de agosto de 2025

El valor del bilingüismo en un mundo cambiante: una mirada crítica, humana y académica

 Durante mucho tiempo, en gran parte del mundo desarrollado ha predominado una visión monolingüe que tiende a considerar la coexistencia de varios idiomas como innecesaria, incluso como un obstáculo económico. Así lo expresó de forma contundente el lingüista D.P. Pattanayak (1984), quien afirmó que "cuando los idiomas son dos, se considera una tontería; cuando son tres, un gasto inútil; y cuando son muchos, un absurdo". Pero la realidad es muy distinta en contextos multilingües, donde convivir con varios idiomas no solo es natural, sino esencial para la vida cotidiana. En estos entornos, limitar la elección lingüística resulta artificial y empobrecedor.

Y es que, la verdad, el multilingüismo no es la excepción, sino la norma. Investigaciones de referencia como las de Grosjean (2004) revelan que más de la mitad de la población mundial es bilingüe, lo que nos invita a repensar nuestras concepciones sobre la lengua y su enseñanza. Muchas personas, especialmente en regiones con contacto cultural intenso, crecen hablando dos o más idiomas sin que eso represente un problema. Al contrario, se convierte en una fortaleza identitaria, cognitiva y social.

En el contexto colombiano, esta toma de conciencia ha cobrado fuerza en las últimas dos décadas. La globalización, con sus efectos en la economía, la política, las comunicaciones y la educación, ha puesto en evidencia la necesidad de formar ciudadanos capaces de desenvolverse en contextos internacionales. En este sentido, la formación de docentes bilingües se presenta como una prioridad educativa que responde no solo a tendencias globales, sino también a necesidades locales urgentes.

Colombia, desde la Constitución Política de 1991, se reconoce como un país multilingüe y pluricultural. A partir de ahí, se han impulsado diversas políticas públicas como el Programa Nacional de Bilingüismo (2004-2009), la Ley del Bilingüismo (2013) y el programa “Colombia Very Well” (2014), todos orientados a fortalecer la enseñanza del inglés y a preparar ciudadanos que puedan participar activamente en la comunidad global (MEN, 2014). Estos esfuerzos han promovido no solo estrategias pedagógicas innovadoras, sino también la participación de familias, instituciones y alianzas intersectoriales.

Sin embargo, los desafíos persisten. Las pruebas estandarizadas aplicadas por el ICFES –como SABER 3°, 5°, 9°, SABER 11° y SABER PRO– siguen reflejando resultados bajos en áreas clave como lectura crítica, producción textual y dominio del inglés, especialmente en regiones como la Caribe colombiana. Esta situación pone de manifiesto la necesidad urgente de replantear los procesos de formación docente, tanto para profesores normalistas como para licenciados en educación, que tienen la responsabilidad directa de enseñar tanto español como inglés.

Además, el nuevo panorama social y laboral exige actualizar los programas educativos para que los futuros docentes no solo conozcan los contenidos, sino que desarrollen competencias blandas, pensamiento crítico y sensibilidad cultural. La formación debe orientarse hacia el profesional del siglo XXI, capaz de responder con ética, creatividad y resiliencia a los retos de una sociedad interconectada.

Las recomendaciones de la UNESCO a través del Informe Delors (1996) siguen vigentes hoy más que nunca. Educar implica desarrollar cuatro aprendizajes fundamentales: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. Estos pilares se entrelazan para formar seres humanos íntegros, críticos y empáticos, cualidades indispensables en quienes asumen la tarea de enseñar lenguas y, con ellas, puentes hacia la comprensión intercultural.

Por eso, formar licenciados en educación bilingüe no es simplemente enseñar dos idiomas. Es sembrar una visión abierta del mundo, fomentar el diálogo entre culturas y preparar profesionales capaces de liderar procesos educativos con conciencia social, capacidad investigativa y vocación transformadora. Se trata de formar actores del cambio, comprometidos con el desarrollo histórico de nuestro país y con la equidad educativa desde una perspectiva inclusiva.

Al final, la educación bilingüe no debería verse como un lujo ni como una imposición, sino como una oportunidad para crecer como sociedad, para incluir más voces, y para construir un futuro más justo y plural.

Referencias

Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI. Ediciones UNESCO.

Grosjean, F. (2004). Studying bilinguals: Methodological and conceptual issues. Bilingualism: Language and Cognition, 7(2), 121-132. https://doi.org/10.1017/S1366728904001460

Ministerio de Educación Nacional (MEN). (2014). Colombia Very Well: Programa Nacional de Inglés 2015–2025.

Pattanayak, D. P. (1984). Language Policy and Programmes. UNESCO Regional Office for Education in Asia and the Pacific.

 

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