jueves, 4 de septiembre de 2025

La sociedad de la información en Colombia: una mirada crítica y con propósito

 La sociedad de la información es un fenómeno global impulsado por la agenda neoliberal, que ha profundizado desigualdades sociales y económicas, aunque ofrece oportunidades significativas para el desarrollo si su diseño prioriza a los ciudadanos. En el contexto colombiano, se requiere infraestructura inclusiva, e-inclusión y e-aprendizaje para fomentar equidad; además, distinguir entre información y conocimiento es clave para avanzar hacia una sociedad del conocimiento empoderada.

1. Contexto y legitimación del concepto

La idea de “sociedad de la información” nace en el marco de la globalización neoliberal, cuyo objetivo ha sido instalar un mercado mundial abierto y autorregulado. Este impulso ha estado respaldado por organismos como la OMC, el FMI y el Banco Mundial, que han promovido el retiro de regulaciones nacionales bajo la premisa de que obstaculizan la inversión. El resultado, lamentablemente, ha sido una profunda desigualdad entre países y dentro de ellos.

En términos concretos, se trata de una construcción política que premia la rapidez y eficiencia del mercado, sin garantizar justicia social. En Colombia, donde la brecha entre ricos y pobres es dramática, ese modelo se vuelve particularmente problemático y exige una respuesta consciente por parte del Estado, la sociedad civil y el sector privado.

2. ¿Qué entendemos por “sociedad de la información”?

La sociedad de la información se define por el papel esencial que juegan las tecnologías para crear, distribuir y manipular información en ámbitos sociales, culturales y económicos. La verdad es que esta idea muchas veces parece más un sueño utópico impulsado por entusiastas tecnológicos que una realidad accesible, pues asume ingenuamente que el acceso automático a la información conduce a mayor igualdad.

3. Estructura para avanzar hacia ese modelo

Infraestructura: es imperativo que el Estado diseñe y mantenga un marco regulatorio estable que atraiga inversión en tecnologías sin olvidar la asequibilidad para la población. En Colombia, esto debe incluir zonas rurales y comunidades vulnerables, donde la conectividad sigue siendo un lujo (Ministerio TIC, 2023).

Transformación de procesos: los países en desarrollo, como Colombia, no deben simplemente imitar los modelos de los más avanzados. En cambio, necesitan soluciones adaptadas a sus necesidades concretas —en áreas como educación, salud y participación ciudadana— gestionadas localmente.

E-inclusión y e-learning: la inclusión digital no es sólo acceso, sino también contenidos relevantes y adaptados a grupos en riesgo de exclusión. El e-aprendizaje, por su parte, no solo significa teclear frente a una pantalla: hay que enseñar a usar críticamente las TIC, pensando en el “para qué” y el “por qué”.

Rol de los actores sociales:

  • Sociedad civil: promueve diversidad y liderazgo en la transformación digital.
  • Sector privado: puede cooperar como aliado tecnológico, aportando recursos y compromiso social.
  • Estado: debe regular, promover, impulsar el uso de tecnologías y garantizar que los servicios lleguen a todos.

4. ¿Estamos preparados?

La revolución informática desestabilizó los núcleos de cohesión social —la familia, la escuela, el Estado— con una lógica fractal y disociada. En lugar de unirnos como “Nosotros los pueblos”, muchos vivimos aislados digitalmente. La pregunta es clara: ¿esta nueva era tecnológica será el preludio de mayor desigualdad global?

Esa posibilidad existe, la verdad es que sí. Evitarla exige no sólo recursos económicos, sino inversiones profundas en educación, formación crítica y fomentos institucionales, especialmente en entornos marginados.

5. Infancia, juventud y alfabetización digital

Las TIC abren puertas enormes: aprendizaje cooperativo, redes globales, creatividad. Pero ese potencial se desperdicia si no pensamos más allá de lo instrumental. ¿Para qué usamos estas herramientas? ¿para qué sirven en la formación integral? ¿cómo hacen a los jóvenes más críticos, creativos y participativos?

En Colombia, donde el público joven está conectado, pero no siempre empoderado, se necesita un enfoque que combine capacidades técnicas con pensamiento axiológico: que comprendan el valor social de lo digital y lo usen con sentido.

6. Conectividad inclusiva

Países desarrollados como Estados Unidos alcanzan entre 60 % y 70 % de cobertura de internet; en contraste, en México esa cifra es diez veces menor, y en zonas rurales colombianas puede ser aún peor. Por ello, los precios deben ser asequibles y, cuando sea necesario, subsidiados o gestionados desde programas del Estado.

Esto no sólo es una cuestión técnica: es una decisión política que determina qué tan lejos llega la sociedad de la información en Colombia.

7. De información a conocimiento

Es fundamental distinguir información y conocimiento: la primera consiste en datos estructurados pero carentes de significado hasta que alguien con capacidad cognoscitiva los interpreta; el conocimiento, en cambio, es la comprensión contextualizada y útil de esos datos (David & Foray, 2002).

La sociedad del conocimiento exige más que conectividad: implica que las personas se apropien de la información, la transformen en saber útil y participen activamente. Esto se construye sobre cinco pilares:

  1. Conectividad accesible.
  2. Puntos de acceso comunitarios (bibliotecas, centros comunales).
  3. Contenidos relevantes y formativos.
  4. Capacitación significativa para interpretar y usar información con sentido.
  5. Redes sociales orientadas al trabajo colaborativo y propósito común.

8. Ejemplos reales y un contraejemplo

Ejemplo 1: En zonas rurales de Antioquia, un programa piloto combinó conectividad comunitaria con talleres en TICs y desarrollo local. Resultado: jóvenes usando internet para crear negocios agrícolas digitales, fortaleciendo identidad y empleo local.

Ejemplo 2: En Bogotá, bibliotecas públicas con acceso gratuito y mediadores digitales permiten que personas mayores aprendan habilidades digitales para trámites y comunicación familiar, reduciendo aislamiento social.

Contra-ejemplo: En una zona urbana con buena conectividad, muchos jóvenes acceden a internet, pero solo para entretenimiento o redes, sin saber aprovechar su potencial pedagógico o ciudadano. Aquí la tecnología existe, pero falta formación crítica.

9. Buenas prácticas valiosas

  • Promover marcos regulatorios inclusivos y estables que garanticen inversión y asequibilidad.
  • Fomentar e-inclusión mediante contenidos y servicios adaptados a comunidades vulnerables.
  • Impulsar e-learning con enfoque crítico y valores humanos, no solo instrumental.
  • Apoyar alianzas Estado–sector privado–sociedad civil con vocación social.
  • Implementar puntos de acceso comunitarios como bibliotecas o centros comunales.
  • Diseñar formación digital que contemple “qué” se usa y “para qué” se usa.
  • Aprovechar las redes sociales para construir proyectos colectivos y conocimiento compartido.

Conclusión

La sociedad de la información puede ser una poderosa herramienta para el desarrollo humano en Colombia, pero sólo si se construye con criterios de equidad, inclusión, formación crítica y participación activa. No basta con infraestructura: es esencial transformar datos en conocimiento compartido, poniendo en el centro a las personas. Si logramos que nuestras comunidades no solo estén conectadas, sino también empoderadas, habremos sembrado las semillas de una verdadera sociedad del conocimiento.

Referencias

David, P., & Foray, D. (2002). An introduction to the economy of the knowledge society. International Social Science Journal, 54(171), 9–23.

 

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