Cuando hablamos de aprender desde la experiencia, no nos referimos simplemente a "hacer cosas". Hablamos, más bien, de una manera de habitar el aprendizaje que involucra el cuerpo, la emoción, la razón y la acción. David Kolb, psicólogo y educador, formuló en 1984 una teoría que hoy sigue vigente y poderosa: el Aprendizaje Experiencial. Su propuesta no solo nos invita a reflexionar sobre cómo aprendemos, sino también a transformar la enseñanza en un proceso significativo, vivo y profundamente humano.
Un ciclo que
respira con la vida
Kolb no pensó el
aprendizaje como una escalera rígida, sino como un ciclo, como una espiral viva
que se alimenta de cada paso. Este ciclo tiene cuatro momentos claves:
- Experiencia concreta: Aprendemos con el cuerpo, con los
sentidos, con el estar presente. Es cuando vivimos algo de forma directa:
un experimento, una conversación, un conflicto en clase. Esta etapa es el
corazón palpitante del aprendizaje.
- Observación reflexiva: Aquí nos detenemos, miramos hacia atrás.
Pensamos en lo que pasó, en cómo nos sentimos, en lo que funcionó o no. Es
una pausa para mirar con lupa.
- Conceptualización abstracta: En esta fase, organizamos lo vivido. Lo
conectamos con teorías, conceptos, ideas más generales. Es cuando
"eso que pasó" empieza a cobrar sentido dentro de un marco más
amplio.
- Experimentación activa: Finalmente, tomamos lo aprendido y lo
llevamos a nuevos contextos. Lo ponemos a prueba. Es un volver a empezar,
pero con más herramientas.
Este ciclo no es una
receta mágica. Es un camino que se recorre una y otra vez, con flexibilidad y
apertura.
¿Y qué pasa con los
estilos?
Kolb identificó que no
todos aprendemos igual. Algunos necesitamos tocar, movernos, actuar
(acomodadores). Otros preferimos pensar, teorizar, mirar desde lejos
(asimiladores). Algunos se centran en resolver problemas concretos
(convergentes) y otros en imaginar alternativas, conectar ideas (divergentes).
Comprender esto no busca etiquetar, sino abrir posibilidades: como docentes,
podemos ofrecer múltiples entradas al conocimiento.
El aula como
laboratorio vivo
La teoría de Kolb no
es una joya de museo; es una herramienta de trabajo. En el aula, podemos
diseñar experiencias que sigan el ciclo experiencial: invitar a los estudiantes
a vivir situaciones reales o simuladas, reflexionar sobre ellas,
construir explicaciones y luego aplicar lo aprendido.
Por ejemplo, en una
clase de pedagogía, podemos presentar un dilema ético real que una maestra
podría enfrentar, discutirlo, leer teorías relacionadas y finalmente pedir a
los estudiantes que diseñen una solución para una situación similar. Así,
teoría y práctica dejan de estar separadas como agua y aceite.
¿Por qué nos toca
el corazón esta teoría?
Porque nos reconoce
como personas completas. No somos solo cerebros sentados frente a una pantalla.
Somos seres emocionales, sociales, creativos. Y aprender, cuando se hace bien,
moviliza todo eso. La verdad es que cuando aprendemos con el cuerpo y el corazón,
lo que aprendemos se queda con nosotros. Nos cambia.
Algunas críticas… y
una invitación
Claro que hay
críticas. Algunos dicen que es difícil aplicar este modelo con grandes grupos,
que no todos encajan en los estilos, o que no siempre hay tiempo para cada fase
del ciclo. Y es cierto. Pero más que seguirlo como un dogma, Kolb nos invita a
pensar, a diseñar, a intencionar el aprendizaje como un proceso activo,
reflexivo y situado.
Un llamado a los
docentes en formación
Querida maestra,
querido maestro en formación: la teoría del aprendizaje experiencial no es solo
una herramienta pedagógica. Es también una filosofía de vida. Enseñar desde la
experiencia implica confiar en los estudiantes, en su capacidad de aprender haciendo,
de pensar desde lo vivido, de sentir mientras construyen conocimiento.
No necesitas tener
todas las respuestas. Lo que sí necesitas es crear experiencias que inviten a
preguntar, a explorar, a equivocarse y volver a intentar. Como dijo Kolb
(1984), “el aprendizaje es el proceso por el cual el conocimiento se crea a
través de la transformación de la experiencia”.
Referencias
Kolb, D. A.
(1984). Experiential learning: Experience as the source of learning and
development. Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall.
Dewey, J.
(1938). Experience and education. New York: Macmillan.
Piaget, J.
(1972). The psychology of the child. New York: Basic Books.
Lewin, K.
(1946). Action research and minority problems. Journal of Social
Issues, 2(4), 34–46.
Acosta, V.
R. (2022). Fundamentos de
educación y aprendizaje experiencial. Bogotá: Ediciones Pedagógicas.
Serna García, G.
(2023). Aprendizaje experiencial. México: Trillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me gustaría conocer tu opinión