viernes, 11 de julio de 2025

Educar en tiempos de cansancio

 Introducción: cuando la fatiga se vuelve norma

Vivimos en una época donde el cansancio ya no es solo una molestia pasajera, sino una condición generalizada. No se trata de estar simplemente "cansados", sino de un desgaste emocional, mental y físico que atraviesa nuestras formas de vivir, trabajar, enseñar y aprender. Esta es la tesis central que plantea el filósofo surcoreano-alemán Byung-Chul Han en su ya clásica obra La sociedad del cansancio (2010). Con aguda lucidez, Han observa que el modelo actual de vida, basado en el rendimiento, ha transformado nuestras relaciones con el tiempo, con el cuerpo, con los demás y, sobre todo, con nosotras y nosotros mismos.

De la disciplina a la auto explotación: ¿quién nos exige tanto?

En el pasado —nos recuerda Michel Foucault— el control social se ejercía desde afuera: la escuela, el hospital, la cárcel. Se trataba de una vigilancia externa. Pero Han afirma que en la sociedad contemporánea ya no necesitamos un carcelero. Nos hemos convertido en nuestros propios vigilantes.

En la llamada sociedad del rendimiento, ya no obedecemos órdenes ajenas, sino que nos autoimponemos metas, tareas, estándares cada vez más altos. Queremos rendir más, ser mejores, destacarnos, mostrar resultados... y en ese esfuerzo incesante, terminamos agotados. Es lo que Han llama auto explotación, un fenómeno silencioso, pero profundamente dañino. El sujeto contemporáneo no necesita que lo obliguen: se obliga a sí mismo.

Burnout: cuando el alma se agota

Esta presión constante genera una forma de sufrimiento moderno: el burnout, o síndrome del desgaste profesional. Se trata de un estado de agotamiento físico, emocional y mental causado por un estrés crónico, que afecta de forma severa nuestra salud mental y nuestra capacidad para disfrutar de la vida y del trabajo. Entre sus manifestaciones más comunes están:

  • El agotamiento emocional: sentir que ya no queda energía para sostener el día a día.
  • La despersonalización: desarrollar una mirada cínica, distante, incluso apática, hacia las personas con quienes trabajamos.
  • La reducción de la realización personal: experimentar la sensación de que lo que hacemos carece de sentido o valor.

Han sostiene que esta condición no es solo individual, sino estructural. Es decir, no basta con hacer "pausas activas" o tomar vitaminas: hay que cuestionar el sistema que nos obliga a vivir como si siempre estuviéramos en competencia con el reloj y con los demás.

La violencia neuronal y la cultura del optimismo forzado

Otra categoría potente que introduce Han es la de violencia neuronal. Esta alude al impacto profundo que tiene la hiperexigencia sobre nuestra mente. Vivimos rodeados de estímulos, notificaciones, comparaciones y exigencias. Esto no solo nos impide descansar, sino también concentrarnos, pensar con claridad y sentir con profundidad.

Y es que, además, estamos atrapados en una cultura de la positividad, donde mostrar cansancio, tristeza o duda está mal visto. Nos exigen estar bien, sonreír, ser fuertes, estar "motivados" todo el tiempo. Pero esto es una trampa. Porque negar nuestras emociones negativas no las elimina: las reprime y las transforma en malestar crónico.

Educar desde el cuidado: claves para maestras y maestros en formación

La verdad es que este modelo de auto explotación también ha penetrado la educación. Las y los estudiantes sienten que deben sobresalir todo el tiempo. Las y los docentes creen que deben cumplir con todo, incluso a costa de su bienestar. Por eso, pensar la educación desde Han es también una invitación a cuidarnos y a cuidar.

¿Qué podemos hacer?

  • Redefinir el éxito educativo: no como acumulación de logros, sino como crecimiento humano integral.
  • Crear espacios de pausa y reflexión: donde se valore el silencio, la duda, el error.
  • Fomentar una enseñanza más holística: que contemple lo emocional, lo social, lo ético.
  • Promover el autocuidado y el cuidado mutuo: tanto entre estudiantes como entre docentes.

En otras palabras: enseñar no puede convertirse en un acto de rendimiento sin alma. Educar es acompañar procesos humanos, y eso implica reconocer los límites, escuchar los silencios, validar la vulnerabilidad.

Conclusión: rendirse… pero no como derrota, sino como descanso

Byung-Chul Han no nos llama al pesimismo, sino a la lucidez. Nos invita a mirar de frente la sociedad que hemos construido —y que muchas veces reproducimos sin darnos cuenta— para imaginar otra forma de vivir. Una donde el descanso no sea un lujo, sino un derecho. Una donde el éxito no se mida solo en productividad, sino en bienestar. Una donde educar no sea resistir el cansancio, sino enseñarnos mutuamente a vivir con sentido.

Porque, como maestras y maestros en formación, tenemos la posibilidad —y la responsabilidad— de transformar la cultura del rendimiento en una pedagogía del cuidado.

Bibliografía

Han, B.-C. (2012). La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder.

Foucault, M. (2002). Vigilar y castigar. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

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