viernes, 11 de julio de 2025

La educación centrada en el estudiante: una mirada filosófica y didáctica desde Jean Piaget

 En el universo siempre cambiante de la educación superior, hablar de una "educación centrada en el estudiante" no es una simple consigna pedagógica. Es, en realidad, una afirmación filosófica sobre el valor del ser humano como constructor activo de su saber. Jean Piaget, psicólogo suizo y pionero del constructivismo, nos ofrece una ruta profunda para entender cómo las personas aprenden, desde su infancia hasta su madurez, partiendo siempre de un principio fundamental: el conocimiento se construye, no se transmite pasivamente.

Piaget y la construcción del conocimiento: una teoría viva

La verdad es que, para Piaget, conocer no era copiar la realidad, sino transformarla. A través de su teoría del desarrollo cognitivo, propuso que los niños atraviesan etapas sucesivas donde reconfiguran su forma de entender el mundo. Estas etapas -sensoriomotora, preoperacional, operaciones concretas y operaciones formales- no son solo momentos del crecimiento; son territorios interiores donde el pensamiento se reinventa.

En la etapa sensoriomotora (0-2 años), el conocimiento nace de la acción: mirar, tocar, gatear. Es en esta fase donde emerge la noción de permanencia del objeto, una conquista filosófica tan profunda como cualquier idea abstracta.

Luego, en la etapa preoperacional (2-7 años), los niños empiezan a nombrar el mundo. Aunque el egocentrismo domina, ya hay un intento de representar lo ausente, de imaginar lo que no se ve. A partir de los 7 años, en la etapa de operaciones concretas, se afianza el pensamiento lógico, pero aún atado a lo tangible. Finalmente, con la adolescencia llega la etapa de operaciones formales: el salto al pensamiento abstracto, a la posibilidad de formular hipótesis y debatir conceptos éticos o científicos. En pocas palabras, pensar sin tener que tocar.

Aprender haciendo: el constructivismo en acción

Y es que Piaget no se limita a describir etapas. Nos entrega una filosofía: cada estudiante es protagonista de su propia construcción cognitiva. Asimilar y acomodar son los dos procesos clave en este viaje. La asimilación permite que nuevas experiencias se integren a esquemas existentes; la acomodación, en cambio, exige reorganizar esos esquemas cuando la realidad ya no encaja. En ese ir y venir, se moldea el pensamiento.

Por eso, el aprendizaje no puede ser una simple transferencia de contenidos. Como dice Bruner (1997), inspirado en Piaget, "la enseñanza que no toma en cuenta lo que el estudiante ya sabe es como construir sobre aire".

Lenguaje, interacción y pensamiento

Aunque Piaget subrayó la acción individual, también reconoció el papel esencial del lenguaje. Hablar es pensar en voz alta. Es organizar el mundo interior con palabras y compartirlo con otros. Gracias al lenguaje, los niños no solo representan la realidad, sino que acceden a niveles más complejos de abstracción y reflexión.

Implicaciones didácticas: educar con sentido y respeto

La educación centrada en el estudiante exige reconocer en qué etapa del desarrollo cognitivo se encuentra cada uno. No se trata de simplificar contenidos, sino de acompañar el ritmo del pensamiento. En la etapa sensoriomotora, las experiencias deben ser tangibles, sensoriales, motoras. En la etapa de operaciones concretas, se puede invitar al análisis y la comparación. Y cuando se alcanza el pensamiento formal, es posible introducir la discusión, el debate, la metacognición.

El rol del docente, entonces, cambia radicalmente. Ya no es un transmisor de información, sino un facilitador, un observador sensible que propone retos, escucha y adapta. El aula se convierte en un laboratorio de descubrimiento, no en una fábrica de respuestas.

Críticas, diálogos y vigencia

Claro está: la teoría de Piaget no es un dogma. Se ha criticado su falta de atención al contexto sociocultural, como bien señala Vygotsky (1978), quien defiende que el aprendizaje es, ante todo, un hecho social. Sin embargo, lejos de invalidar a Piaget, este diálogo lo complementa. Hoy, las pedagogías más avanzadas combinan lo individual y lo social, lo biológico y lo cultural.

Para terminar: una educación con alma

Hablar de Piaget es hablar de esperanza. De la confianza en que cada ser humano, sin importar su punto de partida, puede construir un conocimiento propio, profundo y significativo. Y es que, en el fondo, enseñar es creer en esa capacidad. Como docentes en formación, es vital recordar que la mente de un niño no es un recipiente a llenar, sino un fuego a encender.

Referencias

Bruner, J. (1997). La educación, puerta de la cultura. Gedisa.

Piaget, J. (1972). La epistemología genética. Ariel.

Piaget, J. (1975). El nacimiento de la inteligencia en el niño. Crítica.

Vygotsky, L. S. (1978). Mind in society: The development of higher psychological processes. Harvard University Press.

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