viernes, 11 de julio de 2025

Vygotsky y el arte de aprender con otros

 La verdad es que Lev Vygotsky no solo propuso una teoría; nos dejó una invitación profunda a repensar cómo aprendemos. Su mirada, cargada de humanidad y sentido colectivo, marcó un antes y un después en la comprensión del desarrollo cognitivo. Más que un psicólogo del siglo XX, fue un filósofo del aprendizaje compartido. ¿Por qué esto sigue siendo tan relevante para ti, que te estás formando como docente en la educación superior? Porque educar hoy exige entender que nadie aprende solo, ni siquiera en entornos digitales o asincrónicos.

El corazón de su teoría: aprender es convivir

Para Vygotsky, el aprendizaje no ocurre en aislamiento. Al contrario, sucede gracias a la interacción con otras personas, especialmente aquellas que ya han recorrido el camino del conocimiento. Esta idea, conocida como enfoque sociocultural, sostiene que nuestras habilidades cognitivas emergen primero en lo social y luego en lo individual. Así, el aula se convierte en un espacio de diálogo, no solo de transmisión.

Y es que cuando conversamos, cuando discutimos, cuando escuchamos activamente a otros, estamos construyendo pensamiento. El lenguaje, en este sentido, no solo comunica: organiza, estructura y da forma a lo que pensamos. Como lo afirma Daniels (2001), "el lenguaje mediatiza la conciencia y transforma nuestra experiencia del mundo".

Zona de Desarrollo Próximo: donde ocurre la magia

Uno de los conceptos más inspiradores —y retadores— de Vygotsky es la Zona de Desarrollo Próximo (ZDP). Esta zona representa ese territorio fértil entre lo que una persona puede hacer sola y lo que puede lograr con la ayuda de alguien más experimentado. Es allí, justo allí, donde el aprendizaje cobra vida.

Imagina que acompañas a un estudiante a resolver un problema complejo. Si solo le das la respuesta, no aprende. Si lo dejas solo, se frustra. Pero si lo guías paso a paso, con preguntas, ejemplos y entusiasmo, comienzas a edificar con él una comprensión auténtica. Eso es la ZDP. Un terreno de posibilidades donde el error es semilla, no obstáculo.

Según Cole (1996), "enseñar en la ZDP es un arte pedagógico que exige sensibilidad, escucha activa y una presencia comprometida del educador". No se trata solo de saber, sino de acompañar con inteligencia emocional.

Lenguaje: el alma del pensamiento

Vygotsky insistía en que el lenguaje no es solo una herramienta para nombrar el mundo: es el medio para construirlo. Cuando hablamos, no solo compartimos lo que sabemos, sino que lo organizamos, lo pulimos, lo hacemos más nuestro. El diálogo auténtico es una forma de pensamiento colectivo.

Por eso, en tu práctica docente, integrar preguntas abiertas, debates reflexivos o incluso diarios de pensamiento no es un lujo metodológico: es una necesidad. Como explica Wertsch (1985), “el desarrollo de la conciencia está indisolublemente ligado al uso del lenguaje en contextos sociales”.

Andamiaje: acompañar sin invadir

El término "andamiaje", desarrollado por Bruner a partir de Vygotsky, refiere a ese apoyo temporal y ajustado que das como docente. Es una forma de sostener el proceso de aprendizaje sin anular la autonomía del estudiante. Un ejemplo práctico: dividir una tarea compleja en pequeños pasos, proporcionar ejemplos concretos o utilizar analogías familiares.

Este acompañamiento no debe ser eterno. Lo retiras, poco a poco, cuando el estudiante gana seguridad y comprensión. La meta, al final, es que camine solo... pero no sin haber sido acompañado.

Aprender con otros: el poder de lo colaborativo

La educación que se inspira en Vygotsky valora profundamente el aprendizaje colaborativo. Trabajar en grupo no es solo un ejercicio logístico, sino una apuesta ética y pedagógica por la construcción conjunta del saber. Aquí, cada voz cuenta. Cada perspectiva suma.

En este tipo de entornos, no hay “alumnos buenos” y “malos”: hay experiencias, contextos y saberes distintos que enriquecen el proceso. Al abrir espacio a la diversidad de opiniones, también estás cultivando empatía y ciudadanía. ¿No es eso, acaso, educar?

Críticas necesarias y reflexiones abiertas

Como toda teoría influyente, la propuesta de Vygotsky también ha sido cuestionada. Algunos autores —como Piaget o incluso contemporáneos como Mayer (2004)— advierten que puede sobreestimarse el peso del contexto social y subestimarse la autonomía individual. Otros señalan que la ZDP es difícil de aplicar de manera sistemática, especialmente si los docentes no reciben formación específica.

Y, sin embargo, estas críticas no anulan su vigencia, sino que nos invitan a reinterpretarlo con una mirada más flexible y crítica. Adaptar su enfoque a contextos diversos —incluidos los digitales— sigue siendo un reto, pero también una oportunidad para hacer de la enseñanza un acto más humano.

En síntesis: enseñar desde la relación

La teoría de Vygotsky no es una receta, sino un horizonte. Nos recuerda que el aprendizaje ocurre cuando alguien se atreve a enseñar con sensibilidad, y cuando alguien se siente acompañado para aprender con confianza.

Como futura o futuro docente, tu papel es crear las condiciones para que ese encuentro ocurra. Diseñar experiencias donde el lenguaje, el vínculo y la colaboración no sean añadidos, sino el corazón mismo del proceso educativo.

Porque en el fondo, como dice Vygotsky (1978), "lo que el niño puede hacer hoy con ayuda, mañana lo podrá hacer por sí solo". Y esa, quizás, sea la tarea más noble de la enseñanza.

Referencias

Cole, M. (1996). Cultural psychology: A once and future discipline. Harvard University Press.

Daniels, H. (2001). Vygotsky and pedagogy. Routledge.

Mayer, R. E. (2004). Should there be a three-strikes rule against pure discovery learning? American Psychologist, 59(1), 14–19. https://doi.org/10.1037/0003-066X.59.1.14

Vygotsky, L. S. (1978). Mind in society: The development of higher psychological processes. Harvard University Press.

Wertsch, J. V. (1985). Vygotsky and the social formation of mind. Harvard University Press.

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