1. Una invitación a mirar el conocimiento desde la experiencia encarnada
En el vasto campo de
las ciencias cognitivas (CC), Francisco Varela propuso un giro radical que aún
resuena con fuerza en quienes educamos para transformar. Su propuesta de la enacción
cuestiona los modelos tradicionales de la mente como procesadora de información
simbólica y nos invita a pensar la cognición como acción situada, encarnada y
emergente. En otras palabras, no conocemos porque representamos el mundo;
conocemos porque actuamos en él, con él y desde él.
La verdad es que esta
mirada no es fácil de abordar. Requiere desprenderse, aunque sea por un
momento, de la idea de que el conocimiento es algo que ocurre "dentro de
la cabeza" y abrirse a comprender que conocer es un modo de
estar-en-el-mundo. Esta es, precisamente, la intención de este texto: compartir
con maestras y maestros en formación un modo distinto de pensar el
conocimiento, uno que no se reduce a códigos, reglas y representaciones, sino
que se enraíza en la acción concreta, en lo vivido, en lo que emerge cuando
actuamos.
2. De la
representación a la emergencia: una breve historia de las ciencias cognitivas
Las CC nacen en un
contexto dominado por la lógica formal y el afán por hacer de la mente un
objeto científico. La cibernética, como arte de gobernar sistemas, inició esta
aventura, y poco a poco se consolidó la idea de que conocer era manipular
símbolos, procesar información, codificar el mundo externo dentro del cerebro.
Así surgió el cognitivismo, que equiparó el conocimiento con la
computación simbólica.
Pero Varela se sintió
profundamente insatisfecho con esta visión. Detectó dos grandes vacíos: la
lentitud de los procesos secuenciales y su fragilidad ante daños localizados. Y
es que, como él mismo afirmó, los cerebros reales no procesan en secuencia ni
en compartimentos estancos. Funcionan como redes autoorganizadas, distribuidas,
plásticas, donde lo global emerge de la interacción local. Esto es clave: la
inteligencia no se programa, emerge.
3. Conocer es poner
en acción: el concepto de enacción
Desde esta
perspectiva, Varela propone un cambio de paradigma: la cognición es enacción.
Es decir, el conocimiento no es un espejo que refleja un mundo externo dado,
sino una acción que lo hace emerger. No hay una mente que representa un mundo
predefinido, sino una mente y un mundo que co-emergen a través de la historia
de nuestras acciones.
En palabras más
cercanas: conocemos porque actuamos, y lo que conocemos es aquello que tiene
sentido en esa acción. Es como cuando aprendemos a andar en bicicleta: no hay
manual que valga si no nos subimos y pedaleamos. Es en la acción, en los
tropiezos, en la coordinación de nuestros movimientos que se constituye el
saber. Esto, para las maestras y maestros, tiene un eco profundo: enseñar no es
transferir información, es abrir mundos posibles desde el hacer compartido.
4. El cuerpo como
centro de la experiencia cognitiva
Otro punto fundamental
es que esta acción cognitiva está encarnada. Es decir, conocer no es una
actividad mental aislada, sino un proceso que involucra todo el cuerpo y sus
interacciones con el entorno. La percepción, por ejemplo, no es simplemente
ver, sino ver haciendo, ver tocando, ver moviéndose.
El experimento de Held
y Hein con gatos demuestra esto de manera conmovedora: sólo quienes actuaron
mientras veían lograron orientarse en el mundo. Los otros, que sólo observaron
pasivamente, no pudieron. La percepción no es información visual; es acción
guiada perceptivamente. Y en eso, el cuerpo, la historia, el contexto y la
cultura juegan un papel irremplazable.
5. El caso
Bittorio: cómo se enactúa un mundo
Para ilustrar esta
idea, Varela diseña un modelo simple pero poderoso: Bittorio. Un anillo
de células simples que interactúan en un entorno aleatorio. Sin programas, sin
mapas del mundo, Bittorio aprende a distinguir regularidades que se vuelven
significativas para él. No porque el mundo "le diga" qué es
importante, sino porque su estructura interna selecciona lo que tiene sentido
en su historia de interacción.
Esto, trasladado al
aula, significa que cada estudiante, cada docente, en su historia y
corporalidad, en su contexto cultural y biográfico, enactúa un mundo. Y ese
mundo no es el reflejo de una realidad dada, sino la expresión de su modo
singular de estar en el mundo.
6. Saberes vividos:
entre el saber-cómo y el saber-qué
Varela distingue entre
know-how (saber-cómo) y know-what (saber-qué). El primero es el
conocimiento implícito, encarnado, que se manifiesta en la acción cotidiana:
sentarse a la mesa, conversar, abrazar. El segundo es el conocimiento formal,
que describe, explica, teoriza. Ambos son necesarios, pero la ciencia tiende a
privilegiar el segundo, a veces olvidando que el primero es el que sostiene la
vida.
Como docentes en
formación, es vital reconocer que mucho del aprendizaje se da en el hacer
con otros, en el ensayo y el error, en la acción que genera sentido. El
conocimiento no se deposita: se vive.
7. La
representación como experiencia, no como obstáculo
Una crítica frecuente
a la enacción es que niega la representación. Pero no se trata de eso. Varela,
y quienes lo interpretan filosóficamente, reconocen que representamos, pero no
un mundo predefinido, sino experiencias ausentes, evocaciones que nos permiten
articular el sentido. Recordar, imaginar, pensar, son formas de representar. Y
sin ellas, no hay mundo.
El problema no es la
representación como experiencia, sino la representación como dogma: como la
idea de que hay una realidad externa objetiva que la mente copia fielmente. En
cambio, Varela propone una visión dinámica, en la que el mundo se construye en
la interacción, en la acción que distingue, que recorta, que da sentido.
8. Enseñar desde la
enacción: una pedagogía para el presente
En última instancia,
la orientación enactiva no es solo una teoría cognitiva. Es una invitación
pedagógica. Enseñar desde la enacción implica confiar en la experiencia vivida
de los estudiantes, valorar sus saberes implícitos, proponer ambientes de aprendizaje
en los que puedan actuar, equivocarse, reorganizarse y crear sentido. Implica
también reconocerse como docentes enactivos: que conocen en la medida en que
hacen, sienten, dudan, preguntan.
Enseñar desde la
enacción es recordar que no se trata de representar el mundo, sino de crearlo
juntos.
Referencias
Varela, F. J. (1990). Conocer:
Las ciencias cognitivas: tendencias y perspectivas. Barcelona: Gedisa.
Varela, F. J.,
Thompson, E., & Rosch, E. (1992). De cuerpo presente: Las ciencias
cognitivas y la experiencia humana. Barcelona: Gedisa.
Varela, F. J. (1996). Ética
y acción. Santiago: Dolmen.
Maturana, H. R., &
Varela, F. J. (1984). El árbol del conocimiento: Las bases biológicas del
entendimiento humano. Santiago: Ediciones Universitarias.
Echeverría, R. (1994).
Ontología del lenguaje. Santiago: Dolmen.
Held, R.,
& Hein, A. (1958). Adaptation of disarranged hand-eye coordination
contingent upon re-afferent stimulation. Perceptual and Motor Skills, 8(1), 87-90.
Ojeda, C. (1998). La
presencia de lo ausente. Santiago: Ediciones Cuatro Vientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me gustaría conocer tu opinión