Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han transformado profundamente nuestra vida cotidiana. Dispositivos como altavoces inteligentes, asistentes virtuales, computadoras, teléfonos inteligentes y otros, son herramientas comunes en nuestra interacción diaria con el mundo digital. Sin embargo, es crucial reconocer que este panorama tecnológico no solo abarca los dispositivos en sí, sino también las disciplinas científicas y técnicas que los sustentan, tales como las ciencias de la computación, la ingeniería de sistemas, la robótica y las matemáticas. Estas disciplinas no solo crean equipos digitales, sino también redes, programas informáticos y recursos para almacenar, procesar y transmitir datos (Kallnikos, 2018).
Los datos generados por el uso de estas tecnologías tienen
una estructura que permite obtener información sobre el comportamiento y la
actuación de las personas en diversas áreas, como la académica, laboral,
social, entre otras. Esta información, organizada y procesada, tiene el
objetivo de mejorar la toma de decisiones y la eficiencia en las tareas
cotidianas. Un ejemplo claro de este impacto es el comercio en línea, donde los
usuarios, sin necesidad de desplazarse, pueden adquirir productos desde la comodidad
de su hogar, gracias a la recopilación de datos sobre sus preferencias y
comportamientos de compra.
Sin embargo, el uso de las TIC plantea dilemas éticos que
deben ser abordados con una reflexión crítica. Un claro ejemplo es el riesgo de
inactividad física asociado a las compras en línea, lo cual puede llevar al
aumento de peso. Este tipo de situaciones subraya la importancia de tomar
decisiones éticas en el uso de las tecnologías, para que los individuos actúen
de manera responsable y consciente, respetando los valores y principios que
deben guiar su comportamiento y el de la sociedad.
El uso de dispositivos digitales implica la generación de
datos que son procesados y almacenados, lo cual puede derivar en la creación de
cifras estadísticas utilizadas por diferentes actores sociales con el fin de
obtener ventajas en diversos campos. Kallnikos (2018) señala que la relación de
las personas con sus datos plantea interrogantes fundamentales sobre la
identidad y la privacidad: “¿Yo soy mis datos solamente? ¿De qué otras
maneras pueden conocerme?” Estas preguntas nos invitan a reflexionar sobre
el concepto de identidad digital, es decir, cómo las personas son representadas
a través de la información que comparten en línea.
Es importante reconocer que, aunque algunos individuos se
empeñan en construir una identidad digital que los represente de manera fiel,
otros optan por mostrar solo una versión selectiva de sí mismos. No obstante,
es esencial recordar que una persona no debe ser reducida a una colección de
datos cuantificables. Las tecnologías deben utilizarse de manera que se
respeten y se aborden las múltiples dimensiones de la persona, incluyendo sus
emociones, relaciones interpersonales y conexión con el mundo natural.
Este contexto plantea la necesidad de que cada individuo
ejerza su derecho a la privacidad y a la autodeterminación. Como señala Nielsen
(2014), “el acceso masivo a datos detallados puede ser utilizado para
comprender mejor a los consumidores y mejorar la eficiencia de los procesos
comerciales”. Sin embargo, si no se protege adecuadamente la información
personal, los individuos se exponen a riesgos graves, como el robo de
identidad, el acoso en línea y otros delitos cibernéticos.
La seguridad en línea se ha convertido en un tema
prioritario a nivel global. Los ciberdelincuentes utilizan técnicas
sofisticadas para obtener información valiosa, realizar ciberataques y amenazar
la seguridad de los sistemas digitales. Según Hypponen (2014), “hoy hay más
ciberataques que nunca antes”, lo que resalta la necesidad de contar con
sistemas de seguridad robustos para prevenir estos riesgos.
En conclusión, las TIC han impactado de manera significativa
la vida cotidiana de las personas, facilitando tareas y procesos en menor
tiempo y con menos esfuerzo físico. Sin embargo, también es fundamental
reconocer los desafíos éticos y los riesgos asociados a su uso, como la pérdida
de privacidad y la exposición a amenazas cibernéticas. Reflexionar sobre cómo
utilizar las TIC de manera responsable y consciente es esencial para construir
un mundo digital más justo y seguro.
Referencias
Hypponen, M. (2014). Ciberataques. En Cómo internet está
cambiando nuestras vidas (pp. 103-123). https://www.bbvaopenmind.com/wp-content/uploads/2014/03/BBVA-OpenMind-Ciberataques-Mikko-Hypponen.pdf
Kallnikos, J. (2018). La realidad recuperada: una
investigación sobre la era de los datos. En La era de la perplejidad.
Repensar el mundo que conocíamos (pp. 34-50). https://www.bbvaopenmind.com/wp-content/uploads/2018/03/BBVA-OpenMind-Jannis-Kallinikos-La-realidad-recuperada-una-investigacion-sobre-la-era-de-los-datos.pdf
Nielsen, M. (2014). Big data: ¿a quién pertenece? En Cómo
internet está cambiando nuestras vidas (pp. 83-102). https://www.bbvaopenmind.com/wp-content/uploads/2014/03/BBVA-OpenMind-Big-Data-a-quien-pertenece-Michael-Nielsen.pdf
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