En un mundo cada vez más interconectado, la capacidad de comunicarse en más de una lengua ya no es un lujo, sino una necesidad. Colombia, reconociendo esta realidad, dio un paso significativo al formular el Programa Nacional de Bilingüismo 2004–2019 (PNB). Este programa surge como una respuesta estratégica ante los desafíos de la globalización y como una apuesta clara por el desarrollo humano, educativo y económico del país.
Fundamento teórico:
lengua, comunicación y cultura como pilares
El PNB se apoya en una
comprensión moderna del aprendizaje de lenguas extranjeras, especialmente del
inglés como lengua franca internacional. Su base conceptual entrelaza
tres dimensiones clave: lengua, comunicación y cultura. Esta visión
responde a una corriente ampliamente respaldada en la literatura académica, que
reconoce que aprender una lengua es también aprender a convivir con la
diferencia, comprender otras realidades y, al mismo tiempo, valorar la
identidad propia (Byram, 1997).
La adopción del Marco
Común Europeo de Referencia para las Lenguas (MCER) como referente fue una
decisión acertada y alineada con las tendencias internacionales. El MCER no
solo ofrece niveles estandarizados de competencia (como A2, B1 o B2), sino que
permite diseñar políticas lingüísticas comparables a nivel global (Council of
Europe, 2001). Esto proporciona a Colombia una herramienta sólida para trazar
metas claras y evaluar progresos de manera objetiva.
Enfoque
metodológico: aprender haciendo y comunicando
Desde la perspectiva
metodológica, el programa promueve enfoques centrados en el aprendizaje
comunicativo, el uso significativo del lenguaje, el aprendizaje autónomo y
la incorporación de tecnologías como medio para expandir oportunidades. Esta
orientación dialoga con el enfoque comunicativo y el aprendizaje por
tareas (Task-Based Learning), ampliamente avalados por estudios en
adquisición de segundas lenguas (Ellis, 2003; Nunan, 2004).
El PNB plantea
preguntas críticas: ¿a qué edad comenzar?, ¿cuántas horas semanales son
necesarias?, ¿qué metodologías son más efectivas? Aunque el diagnóstico
evidenció que los estudiantes colombianos reciben menos horas de inglés en
comparación con el promedio europeo (720 horas frente a un promedio de 1.000),
el foco no está solo en la cantidad, sino en la calidad de esas horas:
cómo se enseñan, qué materiales se usan, qué competencias se priorizan.
Es aquí donde cobra
sentido la implementación de instrumentos como el Teaching Knowledge Test
(TKT) y el ICELT, que evalúan no solo el nivel de inglés de los
docentes, sino también su competencia pedagógica. Porque enseñar inglés no es
solo saberlo; es saber cómo enseñarlo, en contextos reales, con sensibilidad
cultural y con estrategias pedagógicas sólidas.
Objetivos del
programa: inclusión, calidad y competitividad
El PNB establece
objetivos ambiciosos, pero necesarios. Entre ellos, lograr que los estudiantes
de grado 11 alcancen un nivel B1, que los docentes de inglés estén en un
nivel B2, y que incluso los docentes de otras áreas lleguen a un A2.
La intención no es uniformizar, sino elevar el piso mínimo de competencia y
asegurar una educación más justa y equitativa, sin importar la región,
la clase social o el tipo de institución.
Además, el programa
reconoce la diversidad lingüística del país y plantea modelos bilingües y
trilingües que respeten las lenguas originarias, raizales y de frontera. En
este sentido, el bilingüismo no se presenta como una amenaza a la identidad
cultural, sino como una oportunidad para enriquecerla.
Tecnología y nuevos
alfabetismos: el inglés en la era digital
Uno de los aportes más
innovadores del PNB es su apuesta por integrar tecnologías de la información
y la comunicación (TIC) como medios de acceso y democratización del
aprendizaje. Plataformas como Colombia Aprende, software como English
Discoveries, y el uso de televisión educativa o entornos virtuales no son
simples complementos: son puentes que conectan a miles de estudiantes con
nuevas formas de aprender, incluso en contextos rurales o vulnerables.
La verdad es que
enseñar inglés en el siglo XXI implica mucho más que libros de texto y
pizarras. Implica conectar con los lenguajes visuales, sonoros y digitales de
los estudiantes, fomentar su autonomía, y acompañarlos para que construyan una
relación significativa con la lengua. Y es que, cuando el inglés se vuelve una
herramienta para investigar, comunicarse o resolver problemas, el
aprendizaje deja de ser una obligación y se convierte en una posibilidad real
de transformación.
Un esfuerzo
colectivo con sentido humano
Uno de los aspectos
más destacables del PNB es que no fue concebido como una política impuesta
desde arriba, sino como una construcción colaborativa con universidades,
entidades territoriales, maestros, organismos internacionales y centros de
formación. El programa responde a una pregunta profundamente humana: ¿cómo
garantizamos que todos los niños, niñas y jóvenes de Colombia tengan acceso a
oportunidades reales para aprender inglés y ampliar sus horizontes?
Porque al final, más
allá de los estándares, las rúbricas y las plataformas, el objetivo es claro:
formar ciudadanos empoderados, críticos, sensibles y capaces de participar
en un mundo cada vez más interconectado. Y eso comienza por escuchar sus
voces, reconocer sus contextos y acompañarlos con pedagogía, empatía y visión
de futuro.
Referencias
Byram, M.
(1997). Teaching and Assessing Intercultural Communicative Competence.
Multilingual Matters.
Council of
Europe. (2001). Common European Framework of Reference for Languages:
Learning, teaching, assessment. Cambridge University Press.
Ellis, R.
(2003). Task-based Language Learning and Teaching. Oxford University Press.
Ministerio de
Educación Nacional. (2005). Programa Nacional de Bilingüismo 2004–2019:
Colombia, país bilingüe y competitivo. Bogotá: MEN.
Nunan, D. (2004). Task-Based
Language Teaching. Cambridge University Press.
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