La enseñanza intensificada del inglés, más allá de ser un simple aumento de horas en el horario escolar, representa una transformación profunda del ecosistema educativo. Desde una perspectiva actual en adquisición de segundas lenguas —como la que proponen autores como VanPatten y Williams (2015) o Nation y Macalister (2021)—, intensificar implica crear una experiencia inmersiva, interdisciplinaria y emocionalmente significativa para los aprendientes. Y es que, cuando hablamos de intensificación, no hablamos solo de tiempo, sino de intención, estrategia y propósito.
Fundamento teórico
y principios de aprendizaje
Esta modalidad se
sustenta en enfoques comunicativos y sociocognitivos del aprendizaje de lenguas
(Ellis, 2008), donde la exposición significativa, la interacción auténtica y el
aprendizaje contextualizado son claves. La intensificación se alinea especialmente
con el modelo de Content and Language Integrated Learning (CLIL), que
combina contenidos curriculares y aprendizaje lingüístico, promoviendo la
integración transversal del idioma en diversas asignaturas.
Además, el enfoque de educación
por descubrimiento (Bruner, 1961) potencia el aprendizaje activo y
significativo mediante proyectos que despiertan la curiosidad, favorecen la
indagación y consolidan el pensamiento crítico en inglés. La verdad es que
cuando los estudiantes construyen sus propios significados en situaciones
reales, el idioma deja de ser una asignatura más y se convierte en una
herramienta de vida.
Objetivos generales
y específicos
Objetivo general: Promover un aprendizaje significativo del
inglés como lengua internacional a través de un modelo intensificado que
articule el idioma con otras áreas del conocimiento, en ambientes auténticos y
colaborativos.
Objetivos
específicos:
- Aumentar progresivamente la exposición al
idioma mediante clases, proyectos y espacios extracurriculares.
- Fomentar el uso espontáneo y continuo del
inglés en distintos contextos escolares.
- Desarrollar habilidades lingüísticas
integradas (escucha, habla, lectura y escritura) de forma transversal con
otras áreas del currículo.
- Potenciar la autonomía y la capacidad
investigativa del estudiante a través del trabajo por proyectos.
- Monitorear el progreso lingüístico con
herramientas estandarizadas y formativas.
Organización de
actividades de enseñanza y aprendizaje
Las actividades deben
estructurarse a partir de una doble lógica: el desarrollo progresivo de
competencias lingüísticas y la interdisciplinariedad del aprendizaje.
Por ejemplo:
- En clase: sesiones basadas en tareas reales (task-based learning), trabajo
por estaciones, mini-debates, análisis de textos de ciencias o estudios
sociales.
- Fuera del aula: clubes de conversación, jornadas
literarias en inglés, ferias de ciencia bilingües, uso del idioma en
señalización escolar y eventos institucionales.
- Proyectos: investigaciones sobre problemas locales,
diseñadas y ejecutadas en inglés, integrando contenidos de otras áreas.
Roles de docentes,
estudiantes y materiales
Docentes: deben ser modelos lingüísticos activos,
capaces de usar el inglés de forma continua y de liderar proyectos pedagógicos
articulados con otras áreas. Además, deben tener formación en metodologías
activas, evaluación formativa y trabajo interdisciplinario.
Estudiantes: se espera que sean protagonistas activos,
indagadores y creativos. No basta con que participen en clase: deben asumir el
inglés como una herramienta para conocer, crear y comunicarse en distintos
escenarios.
Materiales
didácticos: se requieren
recursos variados y auténticos: libros de lectura graduada, textos
disciplinares en inglés, videos, podcasts, plataformas virtuales, y materiales
adaptados a niveles de dominio. La accesibilidad a estos recursos —en calidad y
cantidad— es fundamental.
Metodologías
recomendadas
La intensificación no
se logra únicamente con más clases, sino con mejores experiencias. Por eso, se
recomienda:
- Aprendizaje basado en proyectos (ABP)
- Enfoques por tareas comunicativas
- Educación por descubrimiento
- Actividades colaborativas
- Integración CLIL
Este enfoque
metodológico se convierte en el motor que impulsa el cambio cultural en la
institución.
Evaluación del
aprendizaje
La evaluación debe ir
más allá de la prueba estandarizada. Aunque se deben considerar instrumentos
como las pruebas Saber y los exámenes internacionales (Cambridge, TOEFL Junior,
etc.), también es necesario incorporar:
- Rúbricas para evaluación de proyectos
- Portafolios lingüísticos
- Evaluación formativa continua
- Autoevaluación y coevaluación
- Registros de participación en clubes y
eventos en inglés
Y es que evaluar no es
solo medir, sino también acompañar y retroalimentar los procesos de
aprendizaje.
Condiciones
institucionales clave
Para que esta
modalidad sea viable y sostenible, la institución debe considerar:
- Tiempo: una implementación gradual, desde 3 horas en primaria hasta
alcanzar entre 5 y 8 horas en secundaria.
- Recursos humanos: docentes con alto dominio del inglés y
formación pedagógica en metodologías activas.
- Infraestructura: acceso a recursos audiovisuales,
bibliotecas bilingües, conectividad y espacios adecuados para el trabajo
colaborativo.
- Cultura institucional: compromiso de toda la comunidad
educativa y alineación del PEI con la visión bilingüe transversal.
Implementar este
modelo no es solo un reto técnico, sino una decisión política, ética y
pedagógica. Y aunque puede parecer desafiante, la verdad es que los resultados
transformadores valen la pena: estudiantes empoderados, capaces de pensar y
actuar en inglés, preparados para un mundo que habla en muchas lenguas, pero
que necesita puentes, no muros.
Referencias
Bruner, J.
S. (1961). The act of discovery. Harvard Educational Review, 31(1),
21–32.
Ellis, R.
(2008). The study of second language acquisition (2nd ed.). Oxford
University Press.
Nation, I.
S. P., & Macalister, J. (2021). Language curriculum design (2nd
ed.). Routledge.
VanPatten,
B., & Williams, J. (2015). Theories in second language acquisition: An
introduction (2nd ed.). Routledge.
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