Las emociones son como un lenguaje secreto del cuerpo. Nos ayudan a entender el mundo y a reaccionar ante lo que ocurre a nuestro alrededor. Dos grandes científicos, Antonio Damasio y Paul Ekman, dedicaron su vida a estudiar cómo y por qué sentimos lo que sentimos. Aunque ambos hablaron de emociones básicas, cada uno lo hizo desde una mirada diferente: Damasio desde el cerebro y el cuerpo, y Ekman desde el rostro y la expresión.
1. Las emociones
básicas según Antonio Damasio
Antonio Damasio, un
reconocido neurólogo y psicólogo portugués-estadounidense, sostiene que las
emociones son procesos biológicos y químicos que influyen directamente en
nuestras decisiones y comportamientos (Damasio, 1994). En otras palabras, no
son solo “cosas que sentimos”, sino reacciones que nacen en el cuerpo y se
conectan con el cerebro.
Damasio explica que el
miedo, la rabia, la alegría, la tristeza y el
disgusto son las emociones más básicas, y que todas cumplen una función de supervivencia:
- Miedo: aparece cuando percibimos un peligro. Es la alarma que nos dice
“¡cuidado!”.
- Rabia: surge frente a la agresión o la frustración. Nos impulsa a
defendernos o a actuar.
- Alegría: llega con las experiencias placenteras, como cuando logramos algo
importante o compartimos tiempo con quienes queremos.
- Tristeza: aparece ante la pérdida o la desilusión,
ayudándonos a procesar lo que nos duele.
- Disgusto: se activa ante algo que nos produce
rechazo o desagrado, ya sea un olor o una injusticia.
Lo interesante es que
Damasio demuestra que estas emociones no se quedan en la mente, sino que
involucran al cuerpo entero. Por ejemplo, cuando sentimos miedo, el
corazón late más rápido y los músculos se preparan para correr. Es lo que él
llama la teoría neurológica de la emoción, donde el cerebro emocional
—ubicado en la región prefrontal ventromedial— juega un papel clave en
la toma de decisiones (Damasio, 1996).
Además, Damasio
propone la teoría de los marcadores somáticos, que explica cómo las
emociones guían nuestras decisiones. Cuando algo nos genera una sensación
positiva, nuestro cuerpo lo “recuerda” y nos orienta hacia lo que es
beneficioso; si la sensación es negativa, nos alerta para evitarlo. Así, las
emociones son una brújula interna que nos ayuda a elegir mejor (Damasio, 2010).
La verdad es que esto
cambia por completo la idea tradicional de que la razón y la emoción están
separadas. Damasio mostró que, sin emociones, la razón se pierde. De
hecho, sus estudios con pacientes con lesiones cerebrales demostraron que
quienes no podían sentir emociones también tenían serias dificultades para
tomar decisiones simples (Damasio, 1994).
“No somos máquinas
racionales que sienten, sino seres emocionales que razonan” —Antonio Damasio.
2. Las emociones
universales según Paul Ekman
Por su parte, Paul
Ekman, psicólogo estadounidense, se enfocó en cómo las emociones se
expresan a través del rostro. Él identificó seis emociones básicas
universales: ira, asco, miedo, alegría, tristeza y sorpresa (Ekman,
1992).
Estas emociones se
manifiestan igual en todas las culturas, lo que significa que un niño en Japón
y otro en Colombia pueden entenderse sin palabras solo con una expresión
facial.
Ekman observó que cada
emoción tiene señales corporales y faciales únicas:
- Ira: fruncimos el ceño, apretamos los labios y sentimos calor en el
cuerpo.
- Asco: arrugamos la nariz y levantamos el labio superior, como si
quisiéramos alejarnos.
- Miedo: abrimos mucho los ojos y los labios se tensan hacia atrás.
- Alegría: sonreímos, se forman “patas de gallo” y los ojos se achican.
- Tristeza: el rostro se relaja, los labios bajan y
los párpados caen.
- Sorpresa: las cejas se levantan, los ojos se abren
y la boca también.
Estas expresiones
ocurren incluso cuando intentamos ocultarlas. Son reacciones automáticas del
cuerpo, llamadas microexpresiones, que duran menos de un segundo y
revelan nuestro estado emocional real (Ekman, 2017).
Un ejemplo claro de
esto es la película “Del revés” (Inside Out), donde cinco personajes
representan emociones básicas: alegría, tristeza, miedo, ira y asco. Ekman
asesoró a los creadores de Pixar para asegurar que las expresiones de los
personajes fueran coherentes con la realidad humana.
Ekman también explica
que comprender nuestras emociones y las de los demás mejora la empatía y la
comunicación. Saber identificar una expresión facial puede ayudarnos a
reaccionar con sensibilidad, por ejemplo, al notar que un amigo está triste,
aunque diga que “todo está bien”.
3. Comparación
entre Damasio y Ekman
Aunque ambos
investigadores hablan de emociones básicas, Damasio se centra en el
cerebro y el cuerpo, mientras que Ekman se enfoca en el rostro y
la expresión. Damasio busca entender cómo las emociones surgen y guían
la toma de decisiones, y Ekman explica cómo las emociones se manifiestan
y comunican.
Podemos decir que
Damasio describe la raíz biológica de las emociones, mientras que Ekman
muestra su rostro visible. Juntos nos ayudan a entender que sentir y
mostrar emociones es parte esencial de ser humanos.
Por ejemplo, cuando
sentimos miedo (como lo describe Damasio), nuestro cuerpo se activa
internamente para huir o protegerse. Y al mismo tiempo, según Ekman, esa
emoción se refleja en nuestro rostro: ojos abiertos, labios tensos y
respiración rápida. Es un mismo fenómeno, visto desde dentro y desde fuera.
4. Aplicaciones
prácticas y terapéuticas
La teoría de Damasio
tiene grandes implicaciones para la salud mental y la terapia. Si las
emociones influyen en nuestras decisiones, aprender a reconocerlas y regularlas
puede ayudarnos a vivir mejor. En terapia, se puede enseñar a los pacientes a identificar
sus “marcadores somáticos”, es decir, las sensaciones físicas que acompañan
a sus emociones. Esto mejora la autoconciencia y la toma de decisiones
saludables (Damasio, 2018).
Por su parte, el
enfoque de Ekman puede usarse para entrenar la empatía y la comunicación
emocional. Observar las expresiones faciales y las microseñales ayuda a
comprender mejor lo que sienten los demás, fortaleciendo las relaciones
personales y sociales.
5. Reflexión final
Las emociones no son
un obstáculo para pensar, sino el puente que conecta el cuerpo con la mente.
Gracias a las investigaciones de Damasio y Ekman, hoy sabemos que razonar y
sentir son dos caras de la misma moneda. Comprender nuestras emociones nos
permite no solo sobrevivir, sino también crecer, aprender y relacionarnos
mejor.
Así, cuando sientas
miedo, rabia o tristeza, recuerda: tu cuerpo y tu cerebro están trabajando
juntos para protegerte, aprender y adaptarte. Y es que, al final, las
emociones son la forma en que la vida nos habla desde dentro.
📚 Referencias
Damasio, A. (1994). El
error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano. Barcelona:
Crítica.
Damasio, A. (1996). El
sentimiento de lo que sucede. Barcelona: Debate.
Damasio, A. (2010). Y
el cerebro creó al hombre. Barcelona: Destino.
Damasio, A. (2018). El
extraño orden de las cosas: la vida, los sentimientos y la creación de las
culturas. Barcelona: Destino.
Ekman, P.
(1992). An argument for basic emotions. Cognition and Emotion, 6(3–4), 169–200.
Ekman, P. (2017). El
rostro de las emociones. Barcelona: RBA Bolsillo.
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