domingo, 12 de octubre de 2025

De la teoría a la práctica: la comprensión lectora y la producción textual como ejes del desarrollo comunicativo en la educación primaria bilingüe

 Introducción

La comprensión lectora constituye uno de los pilares esenciales del aprendizaje significativo y de la formación de ciudadanos críticos y participativos. En la educación bilingüe, esta competencia no solo se asocia con el dominio del código escrito, sino también con la capacidad de comprender, interpretar y producir textos en contextos diversos. Tal como afirma Cassany (2006), “leer no es descifrar palabras, sino construir sentido a partir de las interacciones entre texto, contexto y lector” (p. 45).

El presente artículo propone una lectura pedagógica de las Mallas de Aprendizaje 2024 de la Institución Educativa Distrital del Barrio Simón Bolívar, orientadas a fortalecer la comprensión lectora desde primero hasta quinto grado. Se busca traducir la teoría en estrategias de aula aplicables, que acompañen a los docentes en la implementación de una práctica lectora reflexiva, creativa y culturalmente situada.

Fundamento teórico: la literacidad crítica como marco pedagógico

Desde la perspectiva de la literacidad crítica (Freire, 1970; Luke, 2012; Janks, 2010), enseñar a leer implica enseñar a pensar, cuestionar y transformar el mundo a través del lenguaje. La lectura, en este sentido, no se reduce a un acto mecánico, sino que se convierte en una herramienta de comprensión social y de construcción identitaria.

Gee (2008) señala que cada texto constituye un espacio de prácticas sociales donde los sujetos construyen significados y se posicionan frente al discurso. Por ello, el enfoque comunicativo que articula las mallas de aprendizaje favorece la formación de lectores activos, capaces de reconocer la función social de los textos y de transferir estrategias cognitivas a nuevas situaciones comunicativas.

Desarrollo: de la teoría a la práctica pedagógica

Primer grado: el inicio de la conciencia fonológica y la lectura significativa

En los primeros años, la enseñanza de la lectura debe centrarse en desarrollar la conciencia fonológica y el gusto por los textos. A través de rondas, adivinanzas, poesías y canciones, los niños descubren que las palabras tienen ritmo, forma y sentido. El docente actúa como mediador entre la oralidad y la escritura, utilizando materiales visuales (carteles, tarjetas, manuales) y estrategias lúdicas para favorecer la identificación de sonidos y la comprensión de mensajes simples.

Un ejemplo práctico consiste en invitar a los estudiantes a crear un pequeño folleto ilustrado que reúna distintos tipos de texto (por ejemplo, una receta, una tarjeta y un cuento corto), destacando su función social. Este tipo de actividad consolida la relación entre forma, propósito y sentido, principios básicos de la lectura crítica.

“Aprender a leer es, también, aprender a interpretar el mundo” (Freire, 1970, p. 34).

Segundo grado: comprensión estructural y análisis de la función comunicativa

A partir del segundo grado, los niños comienzan a reconocer los elementos estructurales de los textos: personajes, escenarios, acciones y narradores. En esta etapa, la enseñanza debe promover la comparación entre textos literarios y no literarios, para que los estudiantes comprendan la intencionalidad de cada uno.

Las estrategias de modelado y aprendizaje cooperativo resultan esenciales: el docente puede leer en voz alta un cuento y, junto a los estudiantes, identificar las partes que lo conforman. Luego, el grupo puede trabajar en la elaboración de resúmenes o representaciones visuales, fomentando la autonomía y la reflexión.

El uso de imágenes, esquemas y juegos de roles enriquece la comprensión, permitiendo que el aprendizaje adquiera un carácter vivencial y significativo.

Tercer grado: la lectura inferencial y crítica

En el tercer grado se consolida la capacidad inferencial: el estudiante ya no se limita a reconocer información literal, sino que puede interpretar, analizar y emitir juicios sobre el texto. La lectura de poemas, leyendas, biografías y textos dramáticos ofrece oportunidades para ejercitar la comprensión profunda y la creatividad.

Las actividades de dramatización, por ejemplo, permiten integrar emoción y pensamiento, ayudando a los estudiantes a comprender las motivaciones de los personajes y las estructuras narrativas. De este modo, la lectura se convierte en un espacio de imaginación, juego y reflexión cultural, donde los niños aprenden a valorar la diversidad textual y artística.

Cuarto grado: estrategias de búsqueda, organización y análisis

En esta etapa, la enseñanza de la comprensión lectora debe centrarse en el desarrollo de estrategias metacognitivas: cómo buscar, seleccionar y organizar la información. Los organizadores gráficos (cuadros sinópticos, mapas conceptuales, fichas de lectura) se vuelven aliados pedagógicos fundamentales.

El aprendizaje basado en proyectos permite que los estudiantes investiguen sobre un tema específico utilizando diversas fuentes textuales. Así, aprenden a identificar la intención comunicativa de cada texto y a estructurar la información de manera lógica y coherente.

El rol del docente es acompañar este proceso con una enseñanza explícita de las estrategias de comprensión, guiando a los niños hacia una lectura más crítica y autónoma.

Quinto grado: de la comprensión a la producción textual reflexiva

El último ciclo de primaria se orienta hacia la integración entre lectura y escritura. Los estudiantes deben ser capaces de analizar la información, jerarquizar ideas y evaluar la intención comunicativa de los textos.

Las actividades propuestas —como el análisis de artículos periodísticos, la creación de resúmenes y la comparación entre géneros— fomentan la autonomía interpretativa. El uso de organizadores gráficos ayuda a discriminar información relevante y a producir textos coherentes y argumentativos.

El enfoque final apunta al desarrollo de una literacidad crítica y productiva, donde los niños no solo comprendan, sino también produzcan conocimiento textual.

Conclusiones

Implementar estas mallas de aprendizaje implica reconocer que la lectura y la escritura son procesos sociales, cognitivos y afectivos. La práctica pedagógica debe equilibrar el rigor académico con la empatía, la creatividad y el disfrute.

Los docentes bilingües tienen la oportunidad de formar lectores que comprendan y cuestionen, que se emocionen y construyan significado en dos lenguas, fortaleciendo así su identidad y su voz en el mundo. Como afirma Janks (2010), “enseñar literacidad crítica es enseñar a los estudiantes a leer el mundo y a escribir su lugar en él” (p. 45).

Referencias

Cassany, D. (2006). Tras las líneas: Sobre la lectura contemporánea. Anagrama.

Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.

Gee, J. P. (2008). Social linguistics and literacies: Ideology in discourses (3rd ed.). Routledge.

Janks, H. (2010). Literacy and power. Routledge.

Luke, A. (2012). Critical literacy: Foundational notes. Theory Into Practice, 51(1), 4–11. https://doi.org/10.1080/00405841.2012.636324

 

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