Introducción
La enseñanza de la
producción textual en el aula bilingüe constituye un espacio privilegiado para
el desarrollo del pensamiento crítico, la expresión creativa y la comprensión
profunda del lenguaje como herramienta cultural y emancipadora. En este marco,
la secuencialidad y la profundización en los aprendizajes no solo
garantizan una progresión cognitiva coherente, sino también una práctica
reflexiva que acompaña el desarrollo comunicativo de los estudiantes.
Como señala Freire
(2005), enseñar a leer y escribir implica “leer el mundo antes que la palabra”,
es decir, permitir que los estudiantes comprendan la realidad a través del
lenguaje y la transformen mediante su discurso. Así, la enseñanza de la lengua
española desde un enfoque crítico y secuencial no se limita a la corrección
gramatical, sino que integra dimensiones pragmáticas, semánticas y sintácticas,
con el fin de fortalecer las habilidades discursivas que empoderan la voz del
sujeto aprendiz.
Desarrollo teórico:
la secuencialidad como proceso cognitivo y didáctico
El currículo propuesto
para el área de Humanidades – Lengua Española, en la asignatura Producción
Textual, establece un marco de progresión que responde a tres principios
fundamentales: la gradualidad en la complejidad de los textos, la
integración de las competencias comunicativas y la articulación entre
reflexión lingüística y práctica social del lenguaje.
Desde el primer ciclo,
las metas de formación se orientan a que los estudiantes produzcan
textos orales y escritos que respondan a diversas necesidades comunicativas y
propósitos expresivos. Este proceso implica no solo dominar estructuras
formales, sino comprender la intención comunicativa, el contexto de
interlocución y la pertinencia del lenguaje empleado.
En los grados
iniciales (primero a tercero), se observa un énfasis en la construcción del
sentido pragmático y semántico, mediante actividades que ayudan a
identificar el lector, el propósito del texto y la relación entre el contenido
y su efecto en el interlocutor. A medida que se avanza hacia los grados cuarto
y quinto, las metas se profundizan en la evaluación del estilo, la
adecuación textual y la producción autónoma de textos complejos, tales como
artículos de opinión, reseñas y sociodramas.
Este enfoque
secuencial, sustentado en los aportes de Cassany (2006) y Janks (2010),
reconoce que escribir no es una habilidad natural, sino una práctica social
mediada por la cultura, el propósito y la interacción. Por tanto, la enseñanza
de la producción textual debe orientarse a acompañar el tránsito del estudiante
desde la reproducción hacia la creación discursiva crítica.
Aplicación
práctica: estrategias pedagógicas para la implementación
Para llevar esta
teoría al aula, se propone una didáctica de la escritura y la oralidad
basada en tres componentes: pragmático, semántico y sintáctico, que
operan de manera integrada en la planificación y evaluación del aprendizaje.
- Componente pragmático: Se centra en el propósito comunicativo y
el rol del interlocutor. Por ejemplo, los estudiantes pueden crear textos
con destinatarios reales (cartas, blogs escolares, afiches) donde
comprendan cómo el tono y la estructura cambian según el público. Esto estimula
la conciencia metacomunicativa y fortalece la empatía discursiva.
- Componente semántico: Promueve la organización de ideas y la
coherencia global del texto. Las estrategias incluyen el uso de mapas
conceptuales, esquemas y planes textuales que ayuden a estructurar la
información (Novak & Cañas, 2008). Además, la producción de poemas,
leyendas o artículos de opinión permite integrar emoción, creatividad y
pensamiento lógico.
- Componente sintáctico: Invita a reflexionar sobre la gramática
como una herramienta de claridad y estilo, no solo de corrección.
Actividades como la revisión colaborativa, el análisis de conectores y el
uso consciente de los signos de puntuación fortalecen la competencia textual
y la autonomía escritural.
En la práctica, la progresión
secuencial puede organizarse en proyectos de aula transversales:
- En primero y segundo grado, se
privilegia la escritura de oraciones simples, cuentos breves y
descripciones personales.
- En tercero y cuarto, se incorporan
textos funcionales y literarios (poemas, correos, reseñas), integrando
reflexión y creatividad.
- En quinto grado, los estudiantes
producen textos argumentativos y dialógicos, aplicando un plan textual
previo y evaluando la coherencia y la adecuación comunicativa.
El rol docente
en este proceso es acompañar la transición desde la guía explícita hacia la
autorregulación, promoviendo la autoevaluación, la revisión entre pares y la
construcción colectiva del conocimiento lingüístico.
Conclusiones
La secuencialidad en
la enseñanza de la lengua no debe entenderse como una lista de contenidos
aislados, sino como un proceso de profundización continua en la comprensión
del lenguaje como práctica social. Cuando el profesorado bilingüe adopta
esta mirada, logra que la producción textual se convierta en un acto de
pensamiento, identidad y transformación.
En palabras de Gee
(2015), enseñar lenguaje es enseñar formas de participar en el mundo. De ahí la
importancia de que las maestras y maestros acompañen el aprendizaje con
sensibilidad, creatividad y rigor, para que cada texto escrito u oral sea una
expresión auténtica de la voz de sus estudiantes.
Referencias
Cassany, D. (2006). Tras
las líneas: Sobre la lectura contemporánea. Anagrama.
Freire, P. (2005). Pedagogía
de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. Siglo XXI
Editores.
Gee, J. P.
(2015). Social Linguistics and Literacies: Ideology in Discourses (5th
ed.). Routledge.
Janks, H.
(2010). Literacy and Power. Routledge.
Novak, J. D., &
Cañas, A. J. (2008). The
Theory Underlying Concept Maps and How to Construct and Use Them. Technical Report IHMC CmapTools.
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