El estudio de la adquisición de un segundo idioma (L2) aborda los complejos procesos inconscientes mediante los cuales un aprendiz desarrolla la habilidad para usar las estructuras lingüísticas necesarias para comunicarse eficazmente. Este proceso, en su núcleo, implica que los estudiantes codifiquen y decodifiquen mensajes dentro de un contexto determinado, que está influenciado por circunstancias culturales, económicas y sociales. El maestro, en este marco, desempeña un papel crucial al analizar cómo cada estudiante gestiona estas interacciones lingüísticas de manera consciente o inconsciente, según las situaciones comunicativas específicas.
Una de las primeras teorías
que se planteó para explicar este proceso fue el conductismo, una teoría
psicológica respaldada por autores como J.B. Watson y B.F. Skinner. Esta
corriente sostiene que el aprendizaje de un segundo idioma ocurre a través de
la imitación de sonidos, la repetición y el refuerzo positivo o negativo por
parte de los maestros. Según este enfoque, los estudiantes aprenden a responder
a estímulos de manera adecuada, lo que permite la internalización de
estructuras lingüísticas (Skinner, 1957). Este principio se aplicó en el método
audiolingüe, que se enfocaba principalmente en la habilidad oral,
incentivando la correcta pronunciación, la comprensión auditiva y la
entonación. El método sugiere que los estudiantes deben escuchar y hablar
primero, y solo después leer y escribir, sin cometer errores, ya que estos
podrían convertirse en hábitos difíciles de corregir (Lado, 1957).
Dentro de este marco, el análisis
de contraste se utilizó para identificar las diferencias entre la lengua
materna (L1) y la segunda lengua (L2), lo que permitió predecir dificultades en
el proceso de aprendizaje. Este enfoque sostiene que las interferencias de L1
pueden generar errores al transferir estructuras gramaticales propias al nuevo
idioma. Por ejemplo, un hispanohablante podría decir "I have twenty years
olds" debido a la interferencia de la estructura gramatical del español,
donde se usa el verbo "tener" para indicar la edad (Corder, 1967). Sin
embargo, el análisis de errores enfatiza que no todos los fallos
lingüísticos provienen exclusivamente de esta interferencia, sino de un proceso
cognitivo más complejo, en el que los estudiantes desarrollan un sistema
intermedio, denominado interlengua, entre L1 y L2. Este sistema es
dinámico y está sujeto a cambios a medida que el aprendiz realiza hipótesis y
las valida, pero puede llegar a "fosilizarse", lo que impide su
evolución (Selinker, 1972).
A medida que avanzan las
investigaciones, el campo de la adquisición de lenguas también fue influenciado
por teorías psicolingüísticas, que exploran cómo los estudiantes integran el
nuevo conocimiento lingüístico con procesos cognitivos como la memoria y la
atención. En este sentido, la teoría cognitiva propuesta por Stephen Krashen,
conocida como el modelo Monitor, revolucionó la comprensión del
aprendizaje de una L2. Krashen propone que existen varios procesos que
intervienen en la adquisición de una segunda lengua: la hipótesis de
adquisición/aprendizaje distingue entre el aprendizaje inconsciente y
natural del idioma (adquisición) y el aprendizaje consciente de sus estructuras
(aprendizaje); la hipótesis del orden natural sostiene que el
aprendizaje de las estructuras gramaticales sigue un orden predecible; y la hipótesis
del filtro afectivo destaca el impacto de factores emocionales en el
proceso de adquisición, sugiriendo que un estado emocional positivo facilita el
aprendizaje (Krashen, 1982).
Sin embargo, las teorías
psicolingüísticas no logran explicar cómo los aprendices usan sus conocimientos
lingüísticos para transmitir ideas de manera efectiva. Aquí entran en juego las
teorías interaccionistas, que subrayan la importancia de la interacción
social en el proceso de aprendizaje. Según la Teoría del Desarrollo Social
de Vygotsky, el lenguaje se adquiere principalmente a través de la
interacción con otros, donde el contexto social se convierte en un factor
fundamental. Los aprendices, al interactuar, modifican su discurso para
facilitar la comprensión, lo que refuerza la importancia de la negociación
de significado (Vygotsky, 1978). De este modo, los errores y malentendidos
no son vistos como fallos, sino como una oportunidad para que el aprendiz
reciba retroalimentación y mejore su competencia lingüística.
Siguiendo esta línea, el
modelo de aculturación propuesto por Schumann (1978) destaca cómo el
aprendizaje de una L2 también está ligado al proceso de adaptación cultural. La
distancia social y psicológica entre el hablante de L2 y la comunidad de
hablantes nativos puede influir significativamente en el éxito o fracaso de
este aprendizaje. Si las distancias sociales son grandes, el aprendizaje se
limita a situaciones funcionales y puede dar lugar a la fosilización, un
estancamiento en el progreso lingüístico debido a la falta de interacción
social significativa.
Otro enfoque teórico relevante
es la Teoría de la acomodación de Giles y Byrne (1982), que explica cómo
los hablantes ajustan sus comportamientos lingüísticos para alcanzar sus
objetivos comunicativos. Según esta teoría, la convergencia y divergencia
son dos estrategias clave utilizadas por los hablantes para acercarse o
distanciarse de sus interlocutores, dependiendo de las dinámicas sociales y las
motivaciones personales. Esta teoría resalta la importancia del contexto social
y la relación interpersonal en el aprendizaje de una L2.
En conclusión, la adquisición
de un segundo idioma es un proceso complejo que involucra tanto factores
cognitivos como sociales. Las teorías conductistas, psicolingüísticas e
interaccionistas ofrecen marcos teóricos valiosos para entender cómo los aprendices
desarrollan habilidades lingüísticas, pero también subrayan la importancia de
la interacción, la adaptación cultural y los factores emocionales en el proceso
de aprendizaje. Estas teorías no solo permiten una mejor comprensión de los
mecanismos cognitivos detrás del aprendizaje de una L2, sino que también abren
la puerta a enfoques educativos más integrados y contextuales que favorezcan la
competencia comunicativa efectiva de los estudiantes.
Referencias
Corder, S. P. (1967). The
significance of learner's errors. International Review of Applied
Linguistics in Language Teaching, 5(4), 161-170.
Krashen, S. D. (1982). Principles
and practice in second language acquisition. Pergamon Press.
Selinker, L. (1972). Interlanguage.
International Review of Applied Linguistics in Language Teaching, 10(3),
209-231.
Schumann, J. H. (1978). The
acculturation model for second language acquisition. In R. C. Gardner &
W. E. Lambert (Eds.), Attitudes and motivation in second language learning
(pp. 27-50). Newbury House.
Vygotsky, L. S. (1978). Mind
in society: The development of higher psychological processes. Harvard
University Press.
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