La adquisición de un segundo idioma (L2) involucra una serie de procesos inconscientes y complejos mediante los cuales un estudiante desarrolla la capacidad de utilizar estructuras y formas lingüísticas que le permitan comunicarse en un contexto diferente al de su lengua materna (L1). Esta habilidad no solo depende de los aspectos lingüísticos, sino también de las circunstancias culturales, sociales y económicas que rodean la situación comunicativa. Los docentes, por tanto, pueden analizar cómo los estudiantes codifican y decodifican los mensajes en un espacio y tiempo específicos, considerando las variaciones contextuales que afectan a la comunicación.
Una de las
primeras teorías sobre cómo las personas aprenden un segundo idioma es el
conductismo, propuesto por psicólogos como J.B. Watson y apoyado por figuras
como B.F. Skinner y Leonard Bloomfield. Esta teoría sostiene que el aprendizaje
de un idioma se produce mediante la imitación de sonidos y la práctica,
reforzada por la corrección de errores por parte de adultos o maestros. Según
el conductismo, los estudiantes aprenden una L2 al producir la respuesta
correcta ante un estímulo adecuado, y su aprendizaje se ve moldeado por el
refuerzo positivo o negativo de sus respuestas (Skinner, 1957). Este enfoque se
aplicó a la enseñanza de idiomas a través del método audiolingüe, que destaca
la importancia de las habilidades orales. En este método, los estudiantes
primero desarrollan comprensión auditiva, pronunciación y fluidez verbal, antes
de pasar a la lectura y escritura. Sin embargo, se les anima a no hablar
demasiado para evitar cometer errores, los cuales deben corregirse de inmediato
para evitar la formación de malos hábitos.
Relacionado con el
conductismo, el análisis de contraste y el análisis de errores son teorías que
buscan explicar los problemas que los estudiantes enfrentan al aprender una L2.
El análisis de contraste compara las estructuras lingüísticas de L1 y L2 para
identificar diferencias y prever posibles dificultades. Esta comparación
sugiere que los errores lingüísticos surgen debido a la interferencia de L1, es
decir, cuando los estudiantes aplican inconscientemente las estructuras de su
lengua materna en el segundo idioma, como en el caso de un hispanohablante que
dice "I have twenty years olds" en lugar de "I am twenty years
old". Estos errores surgen cuando las estructuras culturales o
lingüísticas de las lenguas son incompatibles, lo que puede dificultar el
aprendizaje (Lado, 1957). Sin embargo, algunos lingüistas sugieren que los
errores no siempre son producto de la interferencia de L1, sino que pueden
originarse en el proceso de inferencia sobre las reglas del nuevo idioma.
Cuando la transferencia entre L1 y L2 es positiva, no se detectan errores, pero
cuando las lenguas son muy diferentes, la interferencia produce dificultades.
En este contexto,
se introdujo el concepto de interlengua, que describe el sistema lingüístico
intermedio que los estudiantes construyen mientras aprenden una L2. Este
sistema no es ni L1 ni L2, sino una fase de transición en el aprendizaje,
caracterizada por hipótesis que los estudiantes hacen sobre el funcionamiento
de la L2. Si este sistema no evoluciona, se produce lo que se conoce como
fosilización, un estancamiento en el aprendizaje donde los errores persisten y
los estudiantes no avanzan (Selinker, 1972).
Las teorías
psicolingüísticas, que surgen como una evolución del conductismo, se centran en
cómo los procesos cognitivos, como la memoria, la percepción y la atención,
influyen en el aprendizaje de un segundo idioma. Stephen Krashen, uno de los
principales teóricos psicolingüísticos, desarrolló el modelo Monitor, que
propone que el aprendizaje de una L2 implica tanto un proceso inconsciente
(adquisición) como un proceso consciente (aprendizaje). Según Krashen, la
adquisición ocurre de manera natural al estar expuesto a situaciones
comunicativas, mientras que el aprendizaje es más formal y enfocado en las
reglas del idioma (Krashen, 1982). Este modelo incluye varias hipótesis, como
la del "input comprensible", que sugiere que los estudiantes adquieren
una L2 de manera más eficaz cuando reciben información que está justo por
encima de su nivel actual de competencia, lo que les permite comprender el
idioma sin necesidad de enfocarse excesivamente en la forma gramatical
(Krashen, 1985).
Por otro lado, las
teorías interaccionistas, influenciadas por Vygotsky, explican que el
aprendizaje de una L2 se facilita mediante la interacción social. Desde esta
perspectiva, el lenguaje se aprende en un contexto sociocultural, donde el
significado se negocia en la comunicación cara a cara. Los hablantes de L2
pueden modificar su discurso para hacer que sea más comprensible, pidiendo
repeticiones o utilizando gestos para transmitir el mensaje. Esta interacción
social no solo facilita la adquisición del idioma, sino que también refuerza la
competencia comunicativa de los estudiantes al permitirles controlar el proceso
de comunicación (Vygotsky, 1978).
Finalmente, el
modelo de aculturación propuesto por Schumann explica que el aprendizaje de una
L2 es también un proceso de adaptación cultural. Según Schumann, el éxito en la
adquisición de una L2 depende de la distancia social y psicológica entre el estudiante
y la comunidad de hablantes nativos. Si estas distancias son grandes, los
estudiantes tienden a usar el idioma de manera limitada, lo que puede llevar a
la fosilización. Además, la Teoría de la Acomodación de Giles y Byrne (1982)
señala que el éxito en el aprendizaje de una L2 también depende de la calidad
de las relaciones entre los estudiantes y los hablantes nativos. Las
estrategias de convergencia y divergencia lingüística, aplicadas en función de
la identidad social del hablante, influyen en la motivación para aprender y
utilizar la L2 de manera efectiva.
En conclusión, el
proceso de aprendizaje de un segundo idioma es complejo y multifacético,
involucrando tanto factores cognitivos como sociales. Las teorías conductistas,
psicolingüísticas e interaccionistas proporcionan diferentes enfoques para
comprender cómo los estudiantes adquieren una L2, destacando la importancia de
la interacción social, la cognición y la motivación en este proceso. Estas
teorías han dado paso a enfoques metodológicos innovadores que promueven una
enseñanza más centrada en la comunicación y en el contexto sociocultural del
aprendizaje de un idioma.
Referencias
Giles, H., &
Byrne, D. (1982). An intergroup approach to language and ethnic
communication. In H. Giles (Ed.), Language, ethnicity and intergroup
relations (pp. 315-340). Academic Press.
Krashen, S. D.
(1982). Principles and practice in second language acquisition. Pergamon
Press.
Krashen, S. D.
(1985). The input hypothesis: Issues and implications. Longman.
Lado, R. (1957). Linguistic
across cultures: Applied linguistics for language teachers. University of
Michigan Press.
Selinker, L.
(1972). Interlanguage. International Review of Applied Linguistics in
Language Teaching, 10(3), 209-231.
Vygotsky, L. S.
(1978). Mind in society: The development of higher psychological processes.
Harvard University Press.
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